Jiraiya corría a través de las calles de Konoha, el bebé Naruto envuelto con cuidado en una manta en sus brazos. El sonido de la batalla resonaba a su alrededor mientras se abría paso hacia la salida de la aldea. La marca en forma de remolino en el vientre del bebé era la única señal del Kyubi que estaba sellado dentro de él. Sabía que no tenía mucho tiempo.
Las llamas de la batalla iluminaban el cielo nocturno, y Jiraiya podía sentir la tensión en el aire mientras se movía rápidamente entre los edificios. Sabía que Obito Uchiha lo seguía de cerca, y no podía permitir que se llevara al bebé Naruto.
"Tranquilo, Naruto", murmuró Jiraiya mientras ajustaba la manta alrededor del bebé. "Vamos a salir de aquí".
El bebé, ajeno al peligro que lo rodeaba, miraba a Jiraiya con grandes ojos azules, su pequeña mano agarrando con fuerza uno de los dedos del Sannin.
Jiraiya aceleró el paso, su determinación aumentando con cada segundo que pasaba. No permitiría que Naruto cayera en manos de Obito. Estaba decidido a llevar al bebé a un lugar seguro, lejos de la amenaza que representaba el Kyubi.
De repente, un hombre encapuchado apareció frente a él, bloqueando su camino. Era Obito Uchiha, quien tenía intencionesde arrebatar al bebe de las manos del sannin.Jiraiya apretó al bebé contra su pecho. "No te dejaré tocarlo", dijo con determinación, su voz firme a pesar del peligro que enfrentaban.
Obito sonrió de manera siniestra, su única mirada visible brillando con malicia. "Ese Kyubi es mío", murmuró con voz amenazante, extendiendo su mano hacia el bebé como si estuviera a punto de arrebatárselo a Jiraiya en cualquier momento.
Jiraiya retrocedió instintivamente, protegiendo al bebé con su propio cuerpo. "No permitiré que te lleves a Naruto", dijo, su mirada firme y decidida. Sabía que debía proteger al niño a toda costa, incluso si eso significaba enfrentarse a Obito.
Obito usó el Kamui, intentando llevar a Jiraiya y a Naruto a su dimensión, pero antes de lograrlo, Jiraiya realizó una invocación inversa, desapareciendo junto con el bebé en un destello de luz.
Cuando la luz se desvaneció, Jiraiya se encontró en un lugar completamente diferente, lejos de la aldea de Konoha. El cambio repentino lo dejó aturdido y confundido. Se tambaleó unos momentos antes de caer al suelo, exhausto y desorientado.
El sonido del llanto de un bebé lo sacó de su aturdimiento. Jiraiya abrió los ojos lentamente, encontrándose con Naruto envuelto en sus brazos. Un sentimiento de alivio lo invadió al ver al pequeño Naruto a salvo.
"—¿Qué está pasando? ¿Dónde estamos?" murmuró Jiraiya para sí mismo mientras se ponía de pie con dificultad, sintiendo las heridas que cubrían su cuerpo.
El llanto de Naruto era tranquilizante y poco a poco Jiraiya comenzó a recobrar el control de sus sentidos. Decidió caminar, llevando a Naruto consigo, para descubrir dónde estaban y qué estaba sucediendo.
Caminaron juntos por las calles de la ciudad, que para Jiraiya parecía futurista y desconocida. Miraba a su alrededor con asombro, tratando de comprender lo que estaba sucediendo. "Esto ya no es Konoha", pensó para sí mismo, su mente luchando por entender la nueva realidad en la que se encontraban.
Las luces brillantes iluminaban las calles y los edificios altos se alzaban hacia el cielo. La gente caminaba apresurada, y Jiraiya notó que la vestimenta y la arquitectura eran completamente diferentes a lo que estaba acostumbrado.
"—¿Dónde estamos, Naruto?" preguntó Jiraiya, mirando hacia abajo al bebé en sus brazos. Naruto, ajeno a la confusión de su cuidador, continuaba llorando suavemente, aferrándose a Jiraiya con sus pequeñas manos.