Quizás, la primera muestra de perturbación de mi madre ocurrió aquella mañana de octubre cuando despertó angustiada. Hasta a mí, que descansaba en la habitación contigua a su pieza, me había llegado el rumor, un como gemido o sollozo entrecortado que al cabo de segundos distinguí inusual. Confundido, removí la manta sucia que abrigaba la mitad de mi cuerpo y caminé descalzo por el estrecho pasillo que comunicaba a su alcoba. Recuerdo que al cruzar, el piso de azulejos estaba helado y las paredes reflejaban sus manchas en la claridad de la mañana. Al llegar a su cuarto, me sorprendió muchísimo advertir que un cuerpo de sombras se filtraba por el resquicio del marco oxidado de la puerta. Entonces, revisé la manija y se encontraba floja. Poco a poco mi brazo fue descubriendo el ropero, acomodado en la esquina, y las figuras de porcelana encima de él. Mi madre, que se hallaba del lado derecho del cuarto, estaba sentada junto a la cómoda y el tocador. Sus ojos grandes y cansados giraban en sus paredes cóncavas y sus palmas y dedos agarraban con fuerza las sábanas. El cabello le cubría la frente y los hombros, humedeciendo el collar de cuencas y el camisón azul “¿Qué pasa?” le pregunté desconcertado, colocándole una mano sobre su rodilla. Pero ella continuaba con la mirada absorta y balbuciendo unas palabras inaprensibles. Después de un breve lapso, al final, su voz estentórea irrumpió: “Nada cielo, creo que sólo he tenido una pesadilla.” Sin embargo, yo sabía que lo acontecido no tenía precedente alguno, pues, aunque mi madre fingiera mostrar una sonrisa conciliadora, en el aire se percibía un olor viciado, una como mezcla de azufre y de humedad; y de las ventanas pendían gotas oscuras. A pesar de ello, creí estar siendo burlado por mis sentidos, quizás a causa del cansancio o del sueño, y decidí dejar a mi madre a solas para que respirara más libre.
En las horas posteriores la calma fue esparciendo sus raíces rugosas con la claridad del día, salvo por la serie de incidentes que un ojo menos agudo y provisto hubiera tomado por normales o fantasías. Mi hermana Ilse, que se encontraba en su cuarto, había salido para dirigirse a la sala cuando notó que mi madre desprendía del cesto de la basura unos terrones de azúcar y los lanzaba al aire repetidamente. “¿Qué haces?” le preguntó mi hermana, sin otorgarle tanta importancia, y se recostó en el rellano del sofá. Sus dedos pálidos y huesudos salían por un extremo de la cabecera y trataban perezosamente de entrecruzarse. Yo, en cambio, me distraía en la mesa de vidrio hojeando un grueso manual de contaduría. En la sala, ya el viento caluroso comenzaba a prenderse como oruga de los rincones del techo; y las vasijas y las copas adquirían tonalidad radiante. Desde el fondo de la cocina, y de espaldas a mi hermana, mi madre alcanzó a espetar: “¡Claro, con esto será suficiente!” y se encaminó convencida hacia la mesa del centro para sentarse a mi lado. “Ilse, hija, acércate aquí. Tengo algo que contarles.” Después, hubo segundos de silencio y esperó mirándonos a los ojos que le prestemos atención:
-Hoy por la mañana, mientras dormía, un hombrecito de astrosas vestiduras, vino a visitarme entre sueños y me ha dicho que nos depara una ocasión muy especial…que en la noche volvería para hacerme un pedido.-
-¡Qué! ¿Pero cómo es eso posible?- Le señalé a mi madre asentando una mano sobre la suya.-
- Si Aurelio, ni yo misma lo entiendo. ¡Pero todo fue tan real! Que…-
-¡Ay mamá sólo es un sueño!-intervino mi hermana, aburrida.-No tienes por qué temer.-
- ¿Y cómo era este hombrecito Madre? - repuse ofuscado, aunque internamente incrédulo. -
-Moreno, su piel era como de barro. Tenía los ojos grandes y la nariz ancha perfilada hacia afuera. Sus labios eran gruesos y resecos. Cuando hablaba su boca se extendía hacia las orejas mostrando unos dientes amarillos y filudos. Daba la impresión de alimentarse de animales muertos o desperdicios. No podría determinar exactamente la longitud de su vida, pero sin duda era adulto.-
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Intempestivo
HorrorIntempestivo es una selección de nueve relatos breves pertenecientes al género fantástico, en donde se explora lo Otro, la alteridad, desde distintas perspectivas, siempre en atmósferas de misterio y de horror. También, la selección de relatos juega...