El Camino Hacia La Paz

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Daemon escuchaba la música lejana al cuarto, mientras buscaba la forma de hacer callar a su hijo, antes de que su voz logrará alertar a cualquier persona. Una luna estaba deslumbrante esa noche, iluminando el cuarto tanto como la pequeña antorcha en este, la luna le traia recuerdo de los días que Viserys lo arremetia en su balcón, ese brillo era la única presencia además de los guardias con la lengua cortada qué lo hacían sentir seguro en esas noches, ya que ambos no podrían decir nada de lo que pasaba en esas paredes.

Las paredes del lejano cuarto de Angel no fueron suficientes para ocultar los sollozos del bebé, quien si había alertando a alguien, a uno de los hermanos de Angel.

"¡Que mierda hace un bebé aquí!"
La voz furiosa se manifestó al momento que abrió la habitación, observando al bebé en la cama, ignorando la presencia de Daemon, hasta que este se levantó con su semblante serio, poniendo su cuerpo en medio de su perla y el alfa delante de él.
"Príncipe Daemon... No, usted está desaparecido, lo busca la corona, como es que... Angel... ANGEL PEQUEÑA PUT..."

Las palabras del alfa fueron silenciadas con el sonido del golpe de una sartén, Angel apareció con esta en sus manos, detrás de su hermano cuando cayó al suelo desmayado.

"Sabía que había un problema cuando no logre encontrarlo"
El pequeño omega estaba temblando, algo que su voz no reflejaba, ni sus acciones, ya que entro al cuarto con apuro, cerrando la puerta y mirando el escenario, no con miedo, con seriedad
"Mis otros hermanos no están, solo este idiota puede tener tal oído para oír a un bebé a mil metros lejos de la zona de putas"

"Tu hermano hablara"
Daemon advirtió de forma fría, ambos se miraban fijamente, sabían muy bien lo que debían hacer, pero al menos Angel no estaba preparado para hacerlo, no en ese momento
"Mi cabeza está con un alto precio, vivo o muerto; si el habla, nada me salvará de ser llevado, así sea en pedacitos"

"Lo se"
Cuando un tornado llega a una ciudad, este hace volar a todo a su paso, así estaba el cerebro de Angel, su mente se encontraba dando vueltas con las múltiples soluciones a ese problema, en donde no tendría que terminar en la muerte de su hermano, al menos no en una tan rápida.

"Si el habla, mi hijo estará en una caja en segundos, si no es que muerto en manos de su propio padre"
Daemon intentaba con todo su corazón parar, la mirada de Angel se había vuelto sombría por primera vez, odiaba ver al omega menor así, pero parecía haber tocado una parte sensible, este estaba muy encariñado con su hijo, con su perla.

"Lo se"
Volvió a repetir el peli negro, esta vez con la voz más firme.

"Estas preparado"
Se preocupo Daemon, el pequeño omega parecía tener complicaciones en su cabeza, la cual no paraba de repetir pero es tu hermano ante lo que debía hacer el Targaryen para sobrevivir.

"No, es complicado"
El omega se sentó en la cama junto a Aemond, quien habia parado de llorar, parecía divertido ante la escena que estaba presenciando le divierte nuestro olor a preocupación, que lindo pensaba Angel
"es mi hermano al final"

"aun tendrás a tus dos hermanos"
Intento reconfortar Daemon a Angel, a su modo.

"Por ahora. Si tu plan funciona, ellos morirán, aunque eso me alegre un poco, no tengo una sed de venganza como tu, desearía tenerla"
Angel apretó la mano de Daemon tan fuerte como su fuerza de omega le permitía, a diferencia del Targaryen, el peli negro nunca había sido entrenado como un guerrero, no sabía las consecuencias de una guerra y las vidas que se tendrían quedar a cambio para una victoria, así que, aun con todo el odio que podía sentir por sus hermanos, no podía ver un escenario donde sería participe de su muerte
"no morira, es mi hermano, son mis hermanos, por eso se que antes de morir, deben sufrir, lo encerraremos en el calabozo, ninguno sospechara, siempre se desaparece por días, hasta que digan algo sobre su falta, ya lo estarán acompañando"

La Dama de la calle de seda (Lucemond) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora