18 ; una aparición

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Jueves 10/10/23

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Jueves 10/10/23

advertencia: +18

Dear Lord, when I get to heaven, please let me bring my man. When he comes, tell me you that you'll let him in.

Matías alzó los ojos, sus oídos captando la voz de Maia en el departamento.

Una visita inocente a Enzo, buscándolo para ir a almorzar algo con la compañía de su amigo mayor, lo había llevado ahí.

A veces se olvidaba que ella vivía ahí, pues tampoco es que la veía seguido, o siquiera sentía su presencia si estaba en la casa.

Tenía una voz melodiosa, no dedicada al canto pero tampoco desastrosa. Un perfecto balance entre saber y un hobbie.

Después de todo, Matías se olvidaba que la chica estaba plenamente relacionada con la música gracias a Juani, Rocco y Blas, además de otros compañeros suyos que cantaban.

No es que fuera algo relevante para él.

La música se detuvo y escuchó el ruido de la puerta del costado abrirse, indicando que Maia se acercaba.

Matías la miró antes de que ella pudiese verlo a él; tenía una sonrisa reluciente de oreja a oreja, vestida con un precioso corsé blanco de encaje que rivalizaba lo delicado contra lo tentador, un pantalón largo de un color celeste, y unas converse blancas de botita.

Estaba maquillada muy sutilmente o quizá no tenía maquillaje, Matías no supo reconocer la diferencia.

—Buen día —lo saludó, sorprendiéndolo.

Se agachó para abrir el horno, y él apartó la vista, algo sonrojado. Cuando volvió a enderezarse, tenía en sus manos un plato con tapa.

Al ella sacarla, notó que se trataba de una torta de manzana. Maia acercó su rostro, recibiendo el dulce aroma.

Ah, sí. Enzo le había comentado que Maia tomaba clases de gastronomía.

Preparado como siempre ocurría (¿Siempre? No se veían hace unas cuantas semanas), un deje de cansancio invadió su mirada, esperó a que ella le coqueteara para él poder rechazarla.

—Enzo no sabe que camisa ponerse —dijo, cortando los pedazos de torta con mucha delicadeza mientras los guardaba en un taper con forma de corazón—, por eso tarda.

—Sí, tranqui —Matías la seguía observando, preguntándose por qué no estaba yendo al ritmo de ambos como antes.

Esa era la costumbre, la rutina: ella le coqueteaba, él la rechazaba, ella se iba pero insistía luego de un tiempo. Ahora no estaba recibiendo ni su mirada.

pacify him ; felipe otañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora