Santiago (valor aproximado de acuerdo con sus bienes y propiedades: $123,000,000 | deuda total: $71,000,000) y Caro estacionaron su Aston Martin Valhalla en la entrada del MoND (Museum of New Dubai). Rápidamente dos valet parking abrieron las puertas del piloto y copiloto. Santiago, antes de salir, tomó de la guantera su perfume No.1 de Clive Christian ($1,040), se roció un poco y roció el interior de su auto incontables veces. Debido a esto, Caro salió rápidamente y el valet parking no pudo evitar hacer una mueca de desagrado al entrar.
Después, Santiago le ofreció el brazo a su esposa, y ella lo aceptó de mala gana. Ambos caminaron por la alfombra roja que conducía al museo; varios medios locales les pidieron detenerse por un momento para fotografiarlos. Ellos fingieron una sonrisa y posaron en más de una ocasión. Santiago vestía un traje negro de cachemira William Fioravanti, junto con una camisa blanca Christian Dior y una corbata negra de Drake's y unos mocasines John Lobb Mayfair negros. Caro usaba un vestido largo, negro y bordado Christian Dior, un birkin Hermes negro, unos tacones Jimmy Choo / Jean Paul Gaultier Wedge 110, unos aretes Graff de oro blanco, diamantes y en forma de moño y un pendiente Harry Winston de diamantes, platino y en forma de flor.
Tras pasar la alfombra roja, Caro soltó el brazo de su esposo, y ambos entraron a la recepción.
—Familia Quiroga —dijo Santiago, y el recepcionista, tras buscar los nombres en una lista, les dijo:
—Bienvenidos, señor y señora Quiroga —los invitó a pasar y les entregó una paleta numerada a cada uno para que pudieran participar en las subastas.
Ya dentro del museo, Caro y Santiago caminaron por distintas salas donde había varias obras de arte y mucha gente contemplándolas. No pasó mucho tiempo para que encontraran a Fu Zhang ($125,900,000,000) y a Jia Yi hablando con otras personas. Ella usaba un vestido Armani Privé, un birkin Matte Crocodile de Hermés, unos zapatos Passion Diamond, un collar Reflection de Cartier de oro blanco y diamantes y unos aretes Tiffany Victoria de platino y diamantes ($474,000 en total). Al ver a Santiago y a Caro, se acercó a ellos y lo saludó con un beso en cada mejilla.
—Ay, no. Qué vergüenza con ustedes —se lamentó Jia Yi—. Es un caos. Un verdadero caos. Hay tanta gente que ni se alcanzan a ver las pinturas. Así cómo las va a comprar. Y yo le dije: "Fu, hay que rentar un museo más grande, el Louvre o el que sea. O mejor hay que hacer el nuestro..."
—Mejor vámonos —Fu rodeó con el brazo a Santiago y lo llevó al bar. Ahí pidió un whisky Dalmore Selene en las rocas y le dio un largo sorbo. Después se pasearon por el museo, donde había obras de Koons, Basquiat y demás artistas que Santiago no conocía. Aun así, él se acercó a una pintura que le llamó la atención, ya que únicamente estaba conformada por un cuadrado y dos rectángulos de colores diferentes. Leyó entonces la placa que había a un lado:
Mark Rothko
No. 6 (Violeta, Verde y Rojo)
$186,000,000
Fu y Santiago siguieron con su recorrido, y pronto se encontraron con Jeffrey Blackrock ($114,200,000,000), su otro socio.
—Felicidades —Jeffrey abrazó a Fu.
—Pues en vez de felicitarme, mejor cómprame algo —le contestó Fu cuando estos dos se separaron—; esto no es evento de caridad.
—Pues si me das un buen precio, quizá te compre varias.
—Si no se venden hoy, sí —le dijo Fu después de darle un sorbo a su whisky.
—Es un trato —le dijo Jeffrey y miró a su alrededor—. Bueno, me tengo que ir. Luego nos vemos.
—Vamos a ver las subastas —Fu le dijo a Santiago, y ambos se dirigieron a una sala donde había mucha gente. Algunas personas levantaban su paleta para ofrecer por la obra de arte que se encontraba en el estrado, ya fuera porque querían comprarla o porque representaban a algún cliente anónimo.
Fu se abrió paso entre la gente y se sentó en una silla en el centro de todo, la cual estaba reservada para él. Había una silla disponible a un lado, pero Santiago dudó en sentarse ahí ya que estaba reservada para Jia Yi.
—Ella nunca lo usa —le dijo Fu—. Siéntate.
Santiago entonces obedeció.
—Pues a ver qué me compro, jaja —bromeó Santiago, y Fu le sonrió de vuelta.
—El siguiente lote consta de una de las pinturas Dollar Sign de Andy Warhol —anunció el subastador mientras que dos hombres de traje y guantes blancos colocaban una pintura en el estrado—. Empezamos con $18 millones. ¿Alguien da $18? $18 para el caballero de allá. La dama ofrece $20. ¿Alguien da $22?
Santiago miraba con interés las paletas numeradas que se levantaban de diferentes lugares de la habitación. A veces aparecían muy cerca de él, y otras desde los rincones más lejanos, donde había mucha gente de pie, como su esposa, Caro, quien estaba ahí con Jeffrey y no dejaba de sonreírle.
—Tenemos $28 millones aquí. ¿Alguien da $30?
En ese momento Caro colocó su mano sobre el pecho de Jeffrey y se acercó a él para decirle algo al oído. Después ambos se miraron por un momento y rieron.
—Tenemos $30, $30 millones a la una...
Santiago no dejaba de mirar a su esposa. ¿Desde cuándo era tan amiga de Jeffrey? Que él supiera no había habido muchos eventos en los que coincidieran ellos dos. Y, además, ella nunca había sido tan amable con alguien.
Ni siquiera con él.
—$30 millones a las dos...
¿Ella entonces lo estaba engañando con Jeffrey? Aunque ¿por qué no lo haría? Él traía un traje negro Alexander Amosu con botones de oro y diamantes de 18 quilates, zapatos Testoni Moro, una corbata Stefano Ricci recubierta de diamantes y un reloj Jacob&Co Casino Tourbillion ($439,680 en total). Él podría darle todo lo que ella quisiera y más.
¿O qué podría darle él, Santiago Quiroga, que Jeffrey no?
—Y $30 millones a las tres. Vendido —el subastador dio un ligero martillazo en el estrado para cerrar la venta, y la gente comenzó a aplaudir. Caro, al oír el ruido, se volvió para saber qué había pasado, pero lo único que vio fue a su marido en el centro de todo, mirándola fijamente. Él tenía el brazo levantado y sostenía la paleta ganadora.
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No somos iguales
Short StoryTodos sabemos que la diferencia entre ricos y pobres es abismal, pero pocos sabemos que no todos los ricos son iguales, y la diferencia entre ellos es mucho más grande de lo que imaginamos.