Capítulo 02

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Esto tenía que ser una jodida broma, frente a mí, estaba el tipo a quien estaba dibujando como desquiciada por más de dos semanas, mis mandíbula seguía levemente abierta cuando me dedico una sonrisa ladeada, seguía diciendo lo mismo; sus ojos transmitían calidez y confianza... como si fueran un hogar.

Puso una leve mueca de decepción, pero tenía cierto deje divertido -tu abuela me juro que te alegrarías de verme

¿había dicho abuela?, en mi mente comencé a morir de mil formas distintas, esa mujer no tenía limites, quise echarlo, decirle que mi abuela nos había encasillado, que no quería saber nada de él; ni hoy ni nunca pero no pude; más que nada porque Mahina ya había gritado desde la cocina:

- ¡que pase!

Me aparte de la puerta con el humor por los suelos y deje que Dylan entrara, apenas lo hizo note que su mirada se clavó en la mesa de centro así que por intuición hice lo mismo, maldije diez mil veces cuando justo en una de las orillas de la mesa, mi libreta repleta de dibujos de él se encontraba abierta, rápidamente cerré la puerta y tome la libreta entre mis manos también cerrándola de golpe.

Mahina es muy lista

Quería huir y encerrarme en mi habitación hasta que él se fuera.

- ¿Qué escondes? -pregunto con una sonrisa

Detestaba el buen humor. DETESTABA. SU. BUEN. HUMOR.

Entrecerré los ojos y me di la vuelta dispuesta a esconderme, pero mi abuela salió de la cocina con una bandeja humeante, me dedico una miradita de advertencia y me deje caer en el sillón estresada.

-las acabo de hacer -dijo ella

El chico sonrió y sin dudarlo se metió una de las galletas a la boca, resople cuando se quejó de lo calientes que estaban.

¿Cómo podía ser tan tonto?

Al ver la mirada de ambos encima de mí, por un momento pensé que lo había dicho en voz alta, no me arrepentía, pero seguro que mi abuela me mataría.

-era obvio que estaban calientes -murmure

Dylan se lo tomo con diversión, mi abuela no; me miraba de forma severa.

No debió traerlo en primer lugar.

Mi abuela volvió a meterse a la cocina, muy probablemente a sacar otra tanda de galletas, comencé a jugar compulsivamente con los aros de la libreta, veía a la nada, pero aun escuchaba.

- ¿Qué escondes?

Levante la vista con el ceño fruncido, enfrente de mí; el Dylan sonriente se encontraba, tarde cinco segundos en procesar su pregunta, se refería a la libreta.

qué te importa

Relaje el rostro y oculte el pequeño cuaderno.

-nada

Suspiro, me tenso bastante el hecho de que siguiera mirándome, como si tratara de descifrar mis pensamientos, poco después clavo su mirada en el sofá en que estaba sentada.

- ¿puedo sentarme?

No, ve a otro

Me encogí de hombros, sentí como el sillón se hundía a la vez que de reojo vi cómo se sentaba, nuestras manos quedaron peligrosamente cercas, di un respingo cuando movió un poco su mano he hizo que rosara con la mía; al mismo tiempo, mi abuela entro de nuevo, aunque ya estábamos a una distancia prudente mi abuela levanto y bajo las cejas con diversión.

Resople.

Volví a mirar de reojo, ¿Qué hace aquí?, ¿Qué gana?, volví mi vista al frente con una mueca, esto era incomodo; al menos para mí, que estaba entre la abuela y Dylan y ellos parecían no darse cuenta de mi aura, ambos sonreían mientras platicaban de quien sabe que cosa.

EN LA ORILLA DEL MARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora