Capítulo 01

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Kai Ku 13 de febrero de 1941 a 21 de marzo de 2015, un escalofrió me recorrió la espina dorsal al leer la lápida que habían hecho en honor a mi abuelo, pasé una de mis manos sobre la fría piedra y solté un suspiro.

-hoy se cumplen nueve años desde que nos dejaste, -murmure- estamos bien, abuela tiene buena salud y yo... podría decir lo mismo -dije con una sonrisa triste

Me senté sobre la lápida viendo la foto que habían elegido para recordarte, una donde ganabas la competencia más importante de Hawaii; sostenías un trofeo grande entre tus manos y sonreías.

-también he ganado varias medallas... aun no eh podido concursar en esa, pero en un año más sé que la ganare... así como tú, prometo venir a mostrártela

Me levante y mire con dolor la frase por la que te recordaban: "las personas son obstáculos en tu vida"

- ¿pensabas lo mismo de la abuela?

Los ojos comenzaron a arderme, como cada vez que venía a visitarte, no porque te extrañara, sino porque aún dolía tu manera de tratarme, aparte la vista.

- ¿o de mí?

Sorbí mi nariz y limpié algunas lágrimas de mi rostro.

-estoy cansada... -admití en voz baja volviendo a ver la lápida- sé que te lo prometí, pero ya no puedo... ya no quiero

Hice una reverencia y me volví a sorber la nariz, di la media vuelta cansada y no me moleste en levantar los pies, al llegar a casa pude ver a mi abuela hincada frente al altar de Kai, me acerque con pasos lentos y me congele en mi lugar.

Como cada año, este era el único día en que veía llorar a mi abuela, tenía los ojos apretados mientras murmuraba oraciones, me hinque a su lado y la abrace por los hombros, aunque nunca me dijera nada, lo extrañaba... después de todo fue el amor de su vida.

Después de un rato, ayude a mi abuela a levantarse, sonreía como siempre.

-hoy no iré

Asentí, se refería a nuestras caminatas playeras -tampoco yo

-Hali, cariño -pidió

-no voy a dejarte sola... hoy no

Soltó un suave suspiro -deja de privarte cosas Hali... -apretó sus labios- ya no lo hagas

-pero abuela...

-promételo

Bajé la mirada y asentí -lo prometo

Con eso me dio unas palmaditas en el hombro -anda, cuando regreses tendré galletas

Sonreí y salí, aunque no me gustaba estar sola, -más que nada porque mi mente me devoraba- agradecía estos pequeños momentos que me tenía para mí.

Pateé un bulto de arena y una conchita salió volando, fui a por ella curiosa y al levantarla me di cuenta de que tenía un coral pegado, sonreí.

Cuando era pequeña solía recolectar estas cosas para hacer diferentes manualidades, fui a casa.

- ¿regresaste, tan pronto? -la voz de mi abuela sonó desde la cocina

-volveré, solo vine por algo

Cuando regrese a la playa, comencé a buscar pequeñas conchas marinas y las guardaba en el bolso de tela que había traído, llevaba un poco más de la mitad cuando la voz de alguien hizo que por puro reflejo escondiera la bolsa detrás de mí.

-enséñame -ordeno

Era un chico, más alto que yo, no podía ver mucho más porque aún era de madrugada, el sol casi salía, pero aún era de noche.

EN LA ORILLA DEL MARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora