2. La propuesta

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Violeta se despertó al día siguiente y su dolor de cabeza aún seguía intacto, la imagen de la chica de la noche anterior aún seguía fresca en su mente.

Decidió no darle demasiadas y se dispuso a prepararse para el día. Se tomó su tiempo en la ducha, dejando que el agua caliente calmara su persistente dolor de cabeza. Se puso la americana que siempre la acompañaba a sus reuniones más importantes, como la que tendría hoy y para la que necesitaba estar completamente enfocada.

Estaba bastante preocupada por la reunión. Le habían ofrecido la oportunidad de expandir el club a otra ciudad, una propuesta tentadora pero llena de incertidumbre. Su padre siempre había deseado que el Chicago fuera un lugar único y reconocido, un destino al que la gente quisiera viajar incluso desde otras ciudades. Había invertido mucho tiempo y esfuerzo en mantener esa reputación, y la idea de diluir esa exclusividad le generaba conflicto.

A pesar de que la competencia había aumentado, nadie se acercaba al Chicago en términos de prestigio y calidad. Sin embargo, sabía que expandirse podría ser una oportunidad para asegurar el futuro del club y aumentar sus ganancias. La decisión no era fácil, ya que implicaba arriesgar la reputación que tanto había costado construir. Todo esto añadía presión a la reunión, ya que la decisión que tomara afectaría no solo al club, sino también a su legado y al cumplimiento de las expectativas de su padre.

Violeta decidió parar de darle vueltas al asunto hasta no llegar al club y reunirse con Mari, ella la aconsejaría. Se estaba encaminando hacia allí cuando un rugido proveniente de su estómago le recordó que no había desayunado. Hizo una parada en el primer café que vio y se estacionó.

Al entrar el aroma del café recién hecho y los pasteles recién horneados la envolvió, despertando su apetito. Se acercó al mostrador pidiendo un espresso bien cargado y un croissant.

Una vez que tuvo su café en la mano, se dirigió a una mesa y se sentó, observando a la gente pasar, hasta que su mirada se detuvo en una figura que le resultaba familiar: la chica de la noche anterior. Sin embargo, algo era diferente en ella esa mañana, no quedaba ni rastro de la mujer alcoholizada con la que se había encontrado. Estaba más arreglada, con un aire de determinación que no había notado antes. La chica se acercó a la barra con paso decidido y ordeno su café.

No podía apartar su vista de ella, su curiosidad crecía con cada gesto y movimiento. Cada acción de la chica era observada con detalle por Violeta, como si intentara descifrar algún misterio con su comportamiento; la forma en que movía las manos al pedir, la manera en la que se enderezaba la ropa, todo parecía tener un significado oculto para la pelirroja.

Además le parecía demasiada casualidad habérsela vuelto a encontrar.

La chica tomó su café y se dirigió hacia la salida con rapidez. Parecía estar apurada, como si tuviera prisa por llegar a algún lugar. En su camino chocó accidentalmente con alguien que estaba delante de ella, haciendo que el café y los papeles que llevaba en la mano se derramaran por el suelo.

- Fuck, shit mierda – comenzó a decir. La expresión de sorpresa y disgusto en el rostro de la chica era evidente, mientras se agachaba apresuradamente a recoger sus pertenencias dispersas.

Violeta se acercó con paso decidido, notando la expresión agobiada en el rostro de la chica. Con una sonrisa amable, intento romper el hielo:

- ¿Qué tal la resaca?

La chica la miro con un dejo de irritación, claramente preocupada por su situación. Sin embargo, en un instante, sus ojos se abrieron un poco más, como si la hubiese reconocido, pero en un tono cortante le espetó:

- ¿A ti que te importa?

- Ya veo que tenemos los mismos humos borracha que sobria

- Lo siento – un gesto de frustración le cruzo por la cara – voy tarde para la universidad, perdí el bus por lo que no hay manera ya de que llegue a tiempo porque es al otro lado de la ciudad y hoy tenía una reunión importante, y para empeorar las cosas mis papeles se mancharon.

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