Una mujer acababa de tornarse viuda tras la muerte de su esposo, a causa del cáncer. Kang Jihyo, ahora Park, estuvo recibiendo el pésame de todo Samdalri por semanas, ya un poco harta decidió irse a la playa que quedaba a poco kilómetros para poder despejar su mente, tomo su coche y se fue, dejando a los invitados del funeral impactados.
Jihyo nunca amo realmente a Daniel, él siempre fue muy posesivo y toxico, pero no en el buen sentido, a veces se necesitan de los celos en una relación para poder comunicarse y arreglar los problemas, pero con Daniel no era así, aquel hombre siempre la trato como si fuera su pequeña esclava, había veces hasta que la golpeaba, pero al día siguiente la trataba como una reina, haciendo que Jihyo cayese en un tipo de síndrome de Estocolmo, dependiendo emocionalmente de su esposo.
Se tuvieron que casar a los 18, justo después de terminar la secundaria por el embarazo de Jihyo, pero que semanas después de la noticia tendría un aborto espontaneo, enojando a sus suegros y esposo hasta el punto de agredirla físicamente. Para Jihyo perder a su exesposo era un alivio, ahora podría hacer lo que se le venga en gana, y nadie podrá detenerla.
La pelinegra ya en la playa, se sentó un poco lejos de la orilla. Pensaba dormir pero una rubia alta llamo su atención, llevaba un mono vaquero de pantalón corto junto a una camisa ancha a cuadros, descalza, el cabello en un mullet muy bonito y unas gafas que le daban un toque especial, iba un poco desabrigada para recién ser mayo. Era guapa, muy guapa para su gusto, la vio sentarse muy cerca de la orilla, una mueca de dolor se presento en su rostro al ver que la rubia había pisado un vidrio y su pie sangraba. Acudió hacia ella, de su bolso saco un papel y una botella de agua.
- ¿Estas bien? - preguntó Jihyo preocupada, el pie de la contraria no dejaba de sangrar.
- Si tranquila, es un simple corte, no es para tanto - habló la rubia sonrojada al ver el escote que traía la contraria, el negro era definitivamente su color. Jihyo empezó a poner un poco de agua en el pie y limpiar lo con los pañuelos.
- Si quieres te puedo llevar al hospital, hay uno cerca y traigo coche - platicó la pelinegra dando una pequeña mirada a la alta.
- No hace falta gracias, soy médico, podre curármelo yo sola.
Jihyo como pudo enredó con papel el pie de la chica, se levantó y la ayudo a la contraria a levantarse también.
- ¿Así que médico?, pensaba que aquellas personas que salvan vidas se la pasan en el hospital 24 horas y siempre vestían elegante, aparte pareces muy joven para ser siquiera una aprendiz.
- Primero que nada, vaya que es sincera y gracias por el cumplido señora, se que me veo muy joven para mis 27 años, tengo un grado y licenciatura en Medicina, y no tengo por qué probarle nada ya que nisiquiera sé su nombre, buenas tardes. - dijo la mas alta mientras daba pequeños pasos cojeando.
- Oye perdona, no pensé que te fuese a afectar tanto, pero tengo razón en parte, si quieres te llevo a tu casa - contó Jihyo mientras la tomaba de la cintura y pasando un brazo sobres su nuca, ayudándola.
- Llévame al St. Mary's Hospital, creo que estamos a menos de cuatro manzanas. Ahí es donde trabajo - platico la rubia.
Jihyo se dirigió con paso lento debido a la chica a la que acababa de conocer, de la que nisiquiera sabia su nombre. Una vez ya en su auto se encaminaron hacia en hospital.
Una vez ya en el centro médico, Jihyo ayudó a la rubia hasta el cuarto piso del hospital, en el de urgencias. Donde la contraria trabajaba y tiene su puesto fijo.
- Jeongyeon, en la sala 8 tienes uno con gastr- la cara de su compañera se sorprendió al verla junto a una mujer y cojeando.- Oye no te pases, también tengo a Nayeon en tu cuarto de descanso, sabes que es muy celosa, le saldrán chispas de la cabeza si te ve con otra mujer, vas a ver.- advirtió su amiga.
- Bueno yo ya me voy, te dejo o ¿Te ayudo hasta tu habitación?- preguntó la pelinegra.
- Solo si tienes tiempo - dijo la rubia. Jihyo sacó con dificultad su telefono de su bolso y vio la hora, 6:49pm, tenía tiempo de sobra.
- Si puedo - platico sonriente.
Las piernas de Jeongyeon casi se derrumban ahí mismo al ver la sonrisa tan hermosa que poseía la pelinegra. Jihyo la ayudó hasta su cuarto, donde como dijo la compañera de la rubia, una pretendiente de la contraria estaría.
- Jeongye... ¿Quién es esta mujer? - pregunto Nayeon con una cara roja, seguramente de rabia.
Jihyo tomó de la cintura a la rubia para dejarla en un pequeño mueble de un rincón del cuarto, la pelinegra preguntó si la contraria estaba bien, a lo que la rubia respondió con un leve movimiento asintiendo.
- Bueno yo ya me voy, gusto conocerte Jeongyeon, y por lo visto no mentías al decir que eras medico - sonrió la mayor. Una pequeña risa salió de los labios de la rubia. Jihyo se despidió únicamente de la chica a la que ayudo, por que si dirigía lo mas mínimo de su mirada a la otra mujer acompañante, tal vez se le abalanzaría encima preguntado que hacia con Jeongyeon.
La pelinegra salió del hospital y volvió a su realidad, otra vez de nuevo a su barrio, con las miradas de sus vecinos diciendo "Siento tanto tu pérdida, estoy para tí, para lo que sea" cuando ninguna persona, solo ella, sabia como era Kang Daniel en verdad, su verdadero yo era una persona terriblemente asquerosa, capaz de hacer cualquier cosa por no ser humillado por una mujer o que su masculinidad no fuese dañada. Aquel hombre era el ser mas despreciable del mundo entero.