Prólogo

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Su pelo revoloteaba por la brisa que entraba por las ventanas. Su diminuta figura se desplazaba con elegancia y sobervia por los pasillos. Su frente en alto mientras movia su alianza, la que de una manera más romántica lo unia con el amor de su vida. Detuvo su caminata sigilosa cuando se encontró frente a la puerta que separaba el pasillo de la habitación de su esposo; Julian. Dió dos pequeños golpes a la puerta, no hubo respuesta. Luego de unos minutos más en los que estaba en el pasillo insistiendo se decidió por abrir la puerta.

Al adentrarse en la habitación se vió con que no habia nadie allí. Caminó sigilosamente tocando con sus blancas y suaves manos las decoraciones de oro y plata que tenia allí el alfa. Su toque se detuvo cuando vió una foto de su alfa con Carolina; una beta muy amiga de su esposo. Mentiria si digiese que no habia tenido celos de ella. En más, se encargó de hacerle la vida imposible, vamos al contexto, Julian habia traido hace dos años a Carolina a vivir en su casa, la de ellos solos. Ellos dos. Alfa y Omega. Esposos. En fin, era porque la beta se habia peleado con su familia y se fue de la casa y a Julian le picó un bicho caritativo y solidario y le dió techo en su casa. Con la excusa de que ella no tenia donde ir. Con el dinero que poseian claramente Carolina podia pagar cuatro casas gigantes si quisiese.

No soportaba verlos juntos y ver como Julian le hablaba y reia con Carolina tan intimamente cuando a él no le regalaba ni una mirada de desprecio. Él simplemente estaba allí, pero pareciera que nadie sabia.

Más de una vez Carolina encontró su cama mojada, comida salada, vinagre en ves de agua. Shampoo malogrado que hizo que se cayera muchisimo cabello. Escremento de perro en su habitacion. El omega se enorgullecía de su canino, tan pequeñito y con tanta maldad al igual que él. Por eso lo queria tanto, él nunca lo traicionaba, él siempre jugaba con él. Él nunca se iba con otra perra.

Tomó la foto en sus manos, el alfa sonreia, sus hoyuelos se notaban con gran claridad, la luz del sol pegaba tanto en su cara que sus ojos se achinaban y el color verde de sus ojos se resaltaba dandole un brillo hermoso. Su pelo tan negro como el carbon y risado se encontraba despeinado por seguramente la brisa en ese parque. Su piel se encontraba más bronceada de lo normal. Ya de por si era moreno pero no tanto. Su mano tomaba la cintura de... esa maldita zorra. Gata rompehogares.

Tanta fue la furia de Gian que tomó la foto y la guardo. Más tarde la romperia o quizas le pague a alguna vieja de los montes para que le haga un hechizo a esa resbalada y se desaparezca para siempre de sus vidas. Por suerte ya no vivia con ellos. No soportó las travesuras de Gian.

Luego de eso siguió su camino hasta la gran cama matrimonial que solo usaba Julian. Tocó la sabana, la tan suave sabana. Olía a Julián.

Se sentó en la sabana y acto seguido se sacó la bata de seda que llevaba puesta dando a relucir su vestimenta (para nada reveladora, claro).

Y se quedó ahí esperando. Esperó dos horas y se durmió. Cuando despertó fue porque escuchó unos pasos aproximándose y rápidamente se puso en la pose más seductora posible.

La puerta se abrió y con eso Julian entró. Largó un largo suspiro al ver al omega allí -Hoy no, estoy muy cansado- dijo sacandose el sacó de su traje color marrón.

-Pero si no lo hemos echo en dos meses- dijo Gian decepcionado mientras los ojos se le aguaban.

-Trabaje todo el dia y fui a cenar con Caro, vine muy cansado, por favor ve a tu cuarto. O si quieres dormir aqui duerme, no me importa mientras no molestes- dijo Julian mientras iba al baño con una toalla en manos.

Gian no soportó y empezó a llorar en silencio. Solo lagrimas escurrian de sus ojos. Asi hasta que Julian salió del baño y rapidamente dejó de llorar, no iba a permitir que Julian lo vea llorar.

-Nunca cenas conmigo- murmuró Gian. Julian se dió vuelta mirandolo fijamente.

-No empieces, no quiero discutir.

-Tú no pero yo si. ¿Por qué sales a cenar con Carolina y de mi ni te fijas? Piensa en el que dirá la gente. No puedo permitir que la agente hable de mi para mal. ¿Sabes lo que escuche el otro dia en la tienda de ropa? Que tu me engañas. ¿Es eso cierto?.

-No voy a discutir, duermete.

-No, mejor me voy con otro alfa- Canturreó Gian. Su ropa, o mejor dicho, su lenceria se movió dejando nada a la imaginación. Se paró y se fue hasta la puerta y salió. Pero nada pasó. Despues de cinco minutos volvió a entrar-¡¿Enserio no haras nada?!.

-¿Que quieres que haga? Es tu decisión como adulto responsable la fidelidad que me des.

-Tú-u... eres malo.. Malo conmigo.

Ese fue el ultimo metodo que Gian se vió obligado a usar; manipulación.

Julian solo resopló y se sentó en la cama haciendole una seña a Gian para que vaya a su lado.

Victoria para Gian

Omega VanidosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora