Six y Finn

2 0 0
                                    


Desde pequeño he tenido un cuerpo muy débil. Me ponía enfermo con facilidad y podía llegar a estar un mes en cama.

Una vez, cuando tenía ocho años, estaba tranquilamente en casa con mi hermana y su novio cuando de repente me dio un fuerte mareo y quedé inconsciente.

- ¡Kana! – gritó Six, el novio, al ver que yo no reaccionaba. – T-tu hermano…

- Ah… - suspiró ella, preocupada - ¡Finn! ¡Aguanta!

Ambos estaban muy nerviosos, pero Kana sabía qué hacer.

- Quédate aquí con él. – le dijo a su acompañante. – Voy a avisar a nuestra madre.

Six colocó mi cabeza sobre sus rodillas y puso su mano en mi frente, comprobando que tenía fiebre.

- Finn… - me acarició lentamente mientras yo seguía, así como sufriendo.

Abrí mis ojos con dificultad y vi al chico, con cara de preocupación y tristeza.

- S-Six… -murmuré.

- Finn… - se abrazó a mí por una razón que en ese momento desconocía.

Kana entró junto con nuestra madre.

- Hijo… ¿Estás bien?

- C-creo que sí… - aún me costaba hablar, pero había vuelto un poco en mí.

Six no parecía querer soltarme y Kana me abrazó por el otro lado, por lo que quedé entre ellos y me destemplé, tenía frío, aunque mi cuerpo estaba caliente, así que caí inconsciente de nuevo, en los brazos de Six.

- Ya sabía yo que no podía estar bien… - dijo mi madre, mientras apartaba a mi hermana y al chico y me tomaba en brazos.

Dos días después abrí los ojos y amanecí en un hospital.

- Finn, que bien que despiertas… - suspiró mi madre.

- ¿Y mi hermana? ¿Y Six?

- Están en clase, hoy ya es lunes.

- ¿Estuve dos días inconsciente?

- Sí, pero ahora ya estás bien, de momento…

Si bien lo de mi cuerpo era algo incurable, mi madre me daba algunas esperanzas al decirme cosas como esa. 

Miré hacia el blanco techo de la habitación y pensé en la cara de Six el día anterior. Tenía una cara muy sufrida, pero… ¿De verdad se preocupaba por mí?

Desde que Kana le trajo por primera vez fue algo hostil conmigo, pero de repente pareció cambiar.

¿Por qué? Bueno, la respuesta es… 

Porque le gustaba yo y no mi hermana, de quien en esos momentos era pareja, pero eso no tenía sentido.

¿Qué clase de pedófilo es para que le gustara yo, siendo solo un pequeño niño de 8 años?

No era exactamente pedofilia, Six me lleva unos escasos cuatro años, así que no es para tanto.

Con él experimenté mi primer amor, aunque era una cosa muy rara. Six salía conmigo, pero aparentaba ser el novio de mi hermana. Todo esto, claro, cuando ya éramos un poco más mayores. Yo con trece años y él con dieciséis, casi diecisiete.

Un día que Six vino a casa estábamos los tres en la habitación, mamá no estaba y Kana se había quedado dormida apoyada sobre el hombro del chico.

Me acerqué a Six y le besé, tal y como ya habíamos hecho muchas veces, pero, repentinamente, Kana despertó y se quedó mirándonos impactada. Asustado escondí mi cabeza en el pecho de Six.

- F-Finn… ¿E-es real lo que acabo de ver?

- Sí, Kana. – le respondió Six, que estaba acariciando mi cabeza despacio para intentar calmarme.

- ¿P-por qué…?

- Bueno… Supongo que me gustó tu hermano desde el principio… Siento haber jugado contigo… - Six le estaba siendo completamente sincero.

- Eres… ¡ERES UN IDIOTA! – Kana abofeteó a Six, pero él solo se limitó a decir una cosa.

- Las tenía bien merecidas, lo siento…

Mi hermana salió enfadada de la habitación y se encerró en el baño.

Saqué mi cabeza del pecho del chico y me arrimé más a él, acaricié su cara, ya que estaba roja por las bofetadas, y me puse a llorar.

- Finn… Ya está, no llores, sabíamos que en algún momento iban a pillarnos.

- Ya… Pero… Ella te pegó…

- Da igual, no te preocupes por eso.

Mi cuerpo a esa edad seguía siendo débil, por lo que en cualquier momento podía pasarme algo y exactamente eso ocurrió. De repente sentí que me faltaba el aire y me aferré con fuerza a la camiseta de Six.

- ¡Finn! 

- A-aire…

- No jodas… A ver… - Six se puso nervioso y me tumbó en la cama debajo de él. – Voy… Voy a darte aire, tranquilo.

Posó su boca sobre la mía, pero no tenía idea de cómo hacerlo. Se separó de mí y gritó llamando a mi hermana.

- ¡Kana! ¡Kana! ¡Ven, por favor!

- ¿Para qué quieres que vaya? ¿Para enseñarme como besas a mi hermano? – dijo ella en tono burlón y molesto.

- ¡No! E-es que… ¡Finn no puede respirar! Ayúdame, por favor…

Kana apareció en la habitación y me vio, yo, en un último suspiró antes de caer inconsciente, dije su nombre.

La luz entraba delicadamente por la ventana, me desperté despacio y estaba en el hospital de nuevo. Six estaba dormido agarrando mi mano y Kana del otro lado, apoyando su cabeza sobre la cama.

- Six... – le llamé.

Abrió sus ojos y se acercó a abrazarme.

- Lo siento… No fui capaz de darte aire…

- No pasa nada. – le acaricié suavemente y él se sonrojó un poco.

- Finn, voy a… voy a conseguir curarte…

- Oh, me encantaría verte intentarlo. – le sonreí con melancolía.

Se pegó más a mí para besarme y Kana, ya despierta, puso su mano en medio.

- ¡O-oye! – Six le miró algo enfadado, pero al ver la cara de mi hermana se quedó callado y se sentó como estaba antes.

- ¿Estás bien, Finn?

- Sí… 

Kana acarició mi cabeza, no parecía enfadada conmigo, lo que me calmó y me hizo sonreír en ese momento.

Dulces historietas de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora