ADVERTENCIA: Leve contenido +18.
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Gojo chasqueó los dedos, llamando la atención de Yuuji.
—Tengo una idea —dijo.
—Hacer trampa no es una idea —murmuró Yuuji, abatido, porque por más que estudiaba, nada se le quedaba en la cabeza.
—Es otra cosa —se apresuró a decir, tomando el rostro de Yuuji entre sus manos—. Ya no nos besaremos.
—¿Eh? —agitó la cabeza, apartándose—. ¿Desde cuando eso es buena idea?
—Déjame explicar —pidió Satoru—: Ya no nos besaremos a menos que saques buenas notas.
Yuuji alzó una ceja.
—Mejor termíname —le dijo y le sacó la lengua, cogiendo su lápiz para repasar los apuntes que Megumi muy amablemente le había prestado.
—Es que no me entiendes.
Yuuji alzó nuevamente una ceja.
—Nuestro método de estudios será con besos: si me das la respuesta correcta, te daré un beso como premio; sin embargo, si te equivocas, no te daré nada. Es un buen incentivo, solo piénsalo —añadió Gojo.
Y Yuuji así lo hizo. Lo pensó, lo meditó, sacó los pros y contras, y aunque no se consideraba un tonto, se dijo que parecía ser una buena alternativa ahora que ya lo habían hecho todo para estudiar. Al menos debía intentarlo si quería sacar una buena nota y tener el permiso de salir nuevamente a las misiones.
Chasqueó la lengua y asintió, cerrando los libros.
—Bien, pregúntame algo. Pero algo sencillo —se apresuró a decir.
—Por supuesto —dijo, y antes de hacer la pregunta, se interrumpió para decir otra cosa—. Antes que nada, amor —soltó, levemente serio—, recuerda que tendrás mis labios como premio si dices la respuesta correcta. Mis labios —enfatizó, y Yuuji asintió—. Bien, entonces, dime cuál es la fórmula para resolver las ecuaciones cuadráticas.
Yuuji hizo una mueca, se llevó las manos a la barbilla y tanteó respuestas en su mente.
—No lo sé —dijo después, muy sincero.
—Cielo, lo vimos hace poco. Incluso resolviste un problema con esa fórmula.
—No me acuerdo, lo siento —dijo, apenado.
—¿Acaso besarme no es un buen aliciente para grabarte todas las fórmulas?
—Lo es.
—Entonces.
—Es que no me acuerdo —repitió, llevando una mano a su libro.
—No lo abras —soltó Satoru, colocando su mano sobre la de Yuuji.
—¿Qué? ¿Por qué?
—¿Porque lo vimos hace nada? —respondió con obviedad—. Solo recuerda.
—Lo haré cuando me dejes ver el libro —escupió.
—Sé que lo sabes, solo recuérdalo.
—Dame una pista al menos —pidió, comenzando a irritarse.
—No.
Sus miradas lucharon con fiereza antes de que Yuuji apretara los labios, visiblemente molesto.
—Sabes qué, ya no quiero estudiar. Puedes tragarte tus besos y tu maldito "X es igual a menos b más o menos la raíz cuadrada de la diferencia entre b al cuadrado y cuatro veces el producto de a y c, todo dividido por dos veces a" —escupió con hartazgo, pero antes de que lograra tomar sus cuadernos, pararse e irse de su propia habitación, Satoru le tomó la muñeca, impidiéndole hacer lo que tenía en mente—. ¿Qué?