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( ~•~ )

Ahí estaba

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Ahí estaba.

Mitch Rapp, agente en funciones de la CIA, perteneciente al grupo de Orión. Su compañera, Teresa Agnes, estaba a su otro lado, su ceño fruncido mientras leía los archivos "confidenciales" que Mitch ni siquiera sabía de dónde eran.

—Irene, ¿quien se supone que es este chico? —Mitch giró la cabeza hacia su compañera cuando habló después de un largo e incómodo silencio.

El chófer e Irene iban delante, Mitch y Teresa detrás.

—Evan Cameron Parker, hijo de Will Parker. 

Irene se quitó las gafas de sol —Mitch aún trataba de entender porqué las había llevado puestas todo ese maldito rato, el cielo estaba nublado—, se giró hacia Teresa y el castaño que parecía no querer entablar conversación con nadie.

—Ya, eso ya lo he leído. —Teresa dijo, dándole la tablet que Irene le había dado hace unos minutos atrás.

—No hay mucho más. 22 años, tiene una hermana de 20 años, Katherine Parker. Él ha estado trabajando para el Brazo Derecho hace más de un año. —Irene comenzó a explicar, con claro desinterés en sus gestos.

—Los engañó y robó todos los datos informativos de su agencia para dárselos a WICKED, o sea, a su padre. A cambio dios sabe que mierda. —Recordó haber leído Teresa, ahora sacando su móvil.

Irene ladeó una sonrisa, mirando de reojo hacia el castaño que se había mantenido en silencio desde que habían salido de las Instalaciones de la CIA, en Virginia.

—Entonces, ¿qué pasa con él? —Teresa arrugó de nuevo las cejas, más interesada en el rubio chico de la foto que dejaba ver la pantalla de su móvil.

Mitch alcanzó a ver de reojo, disimulado, como su compañera de trabajo buscaba todas su páginas. Miles y miles de fotos de ese maldito británico iluminaron la pantalla del teléfono.

—William Parker da esta noche una "fiesta" en el hotel The Idea. Sus hijos, Evan y Katherine estarán ahí también, o al menos contamos con ello.

—¿Cuál es el plan, exactamente? —La chica de al lado de Mitch preguntó, despegando la mirada del móvil.

—El Sr. Parker está algo fuera de nuestro alcance, por lo que...

Dios, no.

—¿Quieres... que secuestremos a sus hijos? —Teresa preguntó, despacio, meditando las palabras.

—Exacto, Agnes. Y, Mitch —el chico no se giró a mirarla—, te encargarás de Parker Junior.

Teresa dejó escapar una sonora risa.

Fue cuando Mitch por fin habló, sabiendo de lo que se reía:

—Cierra la boca, Agnes.

—Oh, vamos, Mitchell, esto es muy entretenido —la chica codeó su brazo—. ¿No estás emocionado por todo?

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