Prólogo

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La habitación era fría, oscura. Apenas se podía ver algo. Mi mandíbula temblaba, al igual que mis manos y piernas. Estaba sentada en el suelo, apoyando la espalda contra la pared, con un trozo de cinta americana en la boca. Recordaba poco, mi mente estaba borrosa, nublada.

Me levanté del suelo torpemente y me intenté fijar en los detalles de la oscura habitación, aunque seguía sin ver nada. Mis pisadas sonaban mucho, había demasiado eco en la habitación. Me arranqué la cinta americana de la boca y solté un pequeño gemido del dolor, estaba muy pegada. Miré alrededor una vez más y ahora sí vi algo, una pequeña luz verde. Me di cuenta de que era una de estas típicas luces verdes que te indican donde está la salida de emergencia. Me acerqué a ella y toqué la pared, ya que supuestamente, debería haber una puerta debajo, pero nada. Lo único que toqué fue un interruptor, así que lo encendí y una luz blanca se encendió. Por fin el cuarto tenía luz.

Fruncí el ceño confundida mientras miraba la pared frente a mi. Tenía pintada una puerta, pero, estaba mal pintada, como si la hubiera pintado un niño, pero era solo un dibujo, nada más. ¿Dónde estaba? ¿Qué había pasado?

Me giré para ver la habitación blanca en la que me encontraba y pegué un grito cuando vi a un hombre colgado del techo.

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¿Tu en qué crees?

¿En fantasmas? ¿Espíritus?

¿Crees en las personas que serian capaces de cualquier cosa solo para ver a alguien sufrir?

¿Confiarías en esas personas?

Tu confías en mi, ¿verdad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora