Prefacio

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Michael era uno de los sacerdotes de Episteme, era el Supremo Sacerdote de Pire. El trabajo de Michael consistía en entrenar a aquellos que eran más prometedores y que acabarían siendo líderes del ejército. También lideraba espiritualmente a toda la comunidad de Pire.

Esa noche se iba a su casa, que estaba fuera de la ciudad con el objetivo de que pudiera meditar y hablar con los dioses sobre sus jóvenes pupilos. Aunque el camino que recorría era el de siempre y no veía nada fuera de lo normal, Michael tenía una sensación rara y de malestar, así que estaba deseando llegar a la seguridad de su hogar.

Al llegar a la verja de su casa alcanzó a ver de reojo a dos personas, un hombre y una mujer que se le quedaron mirando fijamente, al verlos él se giró y lo que vio le dejó sin aliento. Eran como las pinturas más antiguas que había en el gran templo, tanto el hombre como la mujer se correspondían con dos dioses muy particulares. La mujer le dirigió una sonrisa y ambos se desvanecieron en el aire. 

Michael estaba ya bastante sorprendido y nervioso para cuando se acercó a la puerta de su casa, pero aún así, su estado no podía compararse con lo que sintió una vez vio lo que había en su porche. En las escaleras había una cesta de la que salía un llanto. Michael no estaba acostumbrado a tratar con bebés, pero sabía lo que se iba a encontrar. Dentro de la cesta, tapados por una manta había un par de bebés uno se estaba revolviendo en medio de una rabieta, lloraba y agitaba sus puñitos, sin embargo el otro miraba de manera plácida a Michael con unos ojos azules muy abiertos y tranquilos. Nerviosamente Michael cogió al primer bebé y le acunó contra su pecho, el bebé tardó unos segundos en callarse, pero Michael lo sostuvo durante unos minutos para asegurarse de que no se pusiera a gritar de nuevo.

Cuando fue a depositarla de nuevo en el cesto vio que llevaba colgado del cuello un medallón con un símbolo que le hizo agarrar rápidamente la cesta e introducirla en su casa.

Ya en su salón confirmó las sospechas que tenía sobre el segundo bebé y tomó la decisión que podía acarrearle una sentencia de muerte y que seguramente le iba a causar muchos problemas.

La vuelta de los diosesWhere stories live. Discover now