Disclaimer: Los personajes de esta historia no me pertenecen. Todos sus derechos son para Vivienne Medrano. Esta historia nos sitúa justo después del ataque de Adam al hotel, (final de la primera temporada, el único fin de su escritura es mero hype.
Todo el mundo que había oído hablar de él sabía de sobra que no tenía ninguna emoción más allá de asesinar, descuartizar y conseguir algún que otro trato que pudiera hacerle más fuerte. La sonrisa que tanto destacaba en su rostro mostraba poco del demonio que acampaba a sus anchas en su estación de radio de manera despreocupada y quizá con muchas más intenciones de las que diría en voz alta.
Jamás nadie sería capaz de relacionarlo con un desliz más allá de una muerte imprudente, de una discusión insignificante con las uves o alguna información que hubiera llegado de manera sutil a sus oídos para aprovecharla en su beneficio. Sin embargo, sus actuales planes tenían toda su atención en el hotel. Su único deseo en el mundo era poder librarse de los infernales grilletes que le marcaban como propiedad de aquella mujer. Por eso, había empezado de manera sutil su partida de ajedrez: perdió siete años de su interminable vida por un error que pensaba reparar.
Lo que Alastor nunca consideró era que la hija de Lilith pudiera despertar tanto su curiosidad. Y más cuando lo único que le importaba desde su regreso era tener el poder que tanto le había costado adquirir. Pero como todo demonio vestido de pecados que terminaban siendo una segunda piel en su cuerpo, la pequeña Morningstar tenía debilidades. Y eran justo aquellas debilidades las que mostraban una faceta de ella que le encantaría manipular.
Desde su posición observaba su etérea figura. Porque no había nada de la muchacha soñadora que tanto quería redimir a los pecadores. Sus manos estaban apoyadas a ambos lados de su asiento, la mirada clavada en el panel de comunicaciones al que daba vida cada noche. Además, su respiración era tan tenue que habría parecido que su vida llegaba a su fin si no supiera cuán perdida estaba.
Alastor dio dos golpecitos al suelo con su bastón esperando una reacción en consecuencia. Solo necesitaba que diera de nuevo voz a sus inquietudes para poder llevarla a lo más profundo del abismo. Pero ella no reaccionaba. Sus ojos rojos como la sangre seguían fijos en el cristal que le proporcionaba una visión privilegiada de la ciudad; sus manos apretaban los reposabrazos y sus cuernos emergiendo sobre sus mechones dorados mostraba la faceta que siempre escondía para parecer diferente.
-Mi querida Charlie -comenzó a decir con suavidad-, el mundo que tanto deseas proteger te ha dado la espalda. No importa cuánto creas que puedes alzar las manos para alcanzar el cielo: no existen alternativas para nosotros...para ti.
Ella soltó un suspiro en consecuencia. Reaccionó a sus palabras como si fueran afiladas agujas que perforaban su cuerpo. Pero Charlie era incapaz de sangrar, las heridas que dibujaba en su corazón eran mucho más dolorosas que una fea hemorragia.
-No tienes por qué esconder tu verdadera identidad, princesa -volvió a susurrar esperando captar su atención-. El infierno busca a alguien a quien aclamar, no una muchacha que ignora a su pueblo.
-Yo no he...
-Lo haces, querida -Su sonrisa se ensanchó de una forma tan macabra que agradeció que estuviera de espaldas-. Buscas un destino para ellos cuando no tienen salvación. El respeto es una virtud y te mofas del camino que han elegido por no ser el correcto.
El jadeo que escapó de sus cuerdas vocales le complació, pero sus labios volvieron a esa línea recta que formaba sus labios. ¿Cómo era posible que quisiera presionar hasta hacerla cenizas? Él no sentía ni padecía. Adoraba el dolor, no tener límites para despedazar a sus víctimas y sin embargo Charlie le creaba inseguridad, incertidumbre e interés.
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Puppet princess
Roman d'amourTras la última batalla la templanza de Charlie ha sufrido algunas fisuras. Cuando creía que podría mantener su parte demoníaca el mayor tiempo posible ajena de sus metas, Alastor se percata de lo interesante que resulta la princesa cuando deja su ef...