Daddy's home

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One shot alternativo del primer encuentro entre Brahms Heelshire y la lectora (protagonista)
Pd:Es ficción, todo es absurdo.

...

-Es Brahms... - reveló Malcolm al ver al monstruo salir del espejo roto. No lo podías creer. Después de todo, él estaba vivo, viviendo dentro de la casa, observando detrás de las paredes. Seguramente él era el responsable de todas esas cosas "paranormales" que ocurrían dentro de la mansión. Era increíble cómo los señores Heelshire se habían esmerado tanto en esconderlo, todo para no arruinar su reputación. Malditos superficiales.

No hubo oportunidad. Él se abalanzó sobre tu exnovio, matándolo rápidamente y expandiendo un enorme charco de sangre en el suelo. Presenciaste aquel acto de crueldad como si hubiera sucedido en cámara lenta. Quedaste en shock, dando pasos hacia atrás. Tu compañero Malcolm intentó tomarte de la mano para salir de aquella horrible escena, pero el hombre de rizos no se lo permitió, lastimando de igual manera al otro chico. No dijiste nada, fue como si te hubieras tragado completamente tus palabras. Ahora solo estaban tú y él, él y tú. Odiabas el hecho de cómo tardó unos cuantos segundos sin dirigirte la palabra, sin decir nada.

De repente, el hombre se levantó, dejando los cuerpos de ambos en el suelo. No podía despegar sus ojos de ti; no quería. Su ropa ensangrentada y su máscara sucia te recordaban lo que realmente era: un asesino. Despacio, se acercó a ti con respiraciones pesadas. Juraste ver sus ojos brillar cuando su cabeza se inclinó hacia ti. Cuando estabas a punto de reaccionar, Heelshire te tomó por los hombros.

-Mi muñeca linda... - dijo la voz del niño, aquella que habías escuchado la primera vez en la mansión, aquella que te causaba escalofríos. -No me vas a dejar... ¿verdad, linda?- interrogó de manera espeluznante. Al instante negaste con la cabeza; sabías que cualquier movimiento en contra del hombre te perjudicaría, o más bien, acabaría con tu vida, y tenías que obedecerlo. Gotitas cristalinas salieron de tus ojos; aquella capa salada brillaba por encima de tus mejillas. Brahms te tomó suavemente y solo suspiraste. -No llores, por favor... seré bueno, lo seré... - dijo esta vez con lo que sería su voz de hombre adulto.

Tus piernas temblaron y, cuando estabas a punto de desmayarte, el hombre de ojos verdes te sujetó. No le importaba nada más; te tenía solo para él. Su linda muñeca finalmente era suya. Tus párpados eran pesados y tu cabeza daba vueltas. Sin mucho esfuerzo, Brahms te cargó y te llevó a la tina del baño. Tocó tu frente y plantó un suave beso en ella; por supuesto, era su rostro falso. Estaba listo para desabotonar tu camisa hasta que lo sorprendiste tomando su mano.

-No... detente...- murmuraste. Aún te resultaba perturbador verlo. -Por favor, no...

-Eres mi muñeca ahora. - respondió enfadado, pero intentó hacer todo lo posible para que confiaras en él. - ¿Entiendes?

Gotitas volvieron a aparecer en tu rostro. Pero era verdad, tu destino era estar con el hijo de los Heelshire. Agradeciste que no te hiciera daño, asintiendo levemente. Él sonrió por debajo de la máscara. Te preguntaste si sería bueno ver lo que había debajo, pero obviamente no se lo pedirías. Su mano aún seguía en uno de los botones; encontraste su toque sensual. ¿Qué te estaba pasando? ¿Acaso eras tonta para encontrar sensual a aquel asesino? Sin duda, estabas perdiendo la cabeza o ya la habías perdido al momento de pisar la mansión.

Ambos se quedaron en silencio. La llave metálica de la tina brillaba y la luz blanca hacía que Brahms se viera muy sucio. -Deberías limpiarte...- volviste a murmurar, a lo que el joven te dio la razón, muy apenado. Parecía como si le hubieras dicho que se uniera contigo a la tina, ya que comenzó a desvestirse completamente. Sus brazos musculosos lo hacían ver altamente atractivo y tú solo tragaste saliva.

-¡Espera... espera! Eh...- Brahms gruñó al ver cómo intentabas alejarte. En un acto fugaz, ya desnudo, se acercó a ti para "ayudarte" a hacer lo mismo.
-Yo puedo hacerlo, ya entendí...- dijiste antes de que Brahms te tocara.

Con cuidado, desabotonaste uno por uno. Pronto se te dificultaba respirar y tus mejillas se pintaron de un bonito color rosa. Los jeans que usabas bajaron hasta tus pies, dejándote solo con la fina tela de tu ropa interior. No tardaste en sentir el aire helado de la diminuta habitación. El agua empezó a caer y, por suerte, era agradable. El hombre de rizos todavía llevaba su máscara; no te permitiría verlo, no aún. Al instante, te rodeó y, jugando con tu brasier, logró desabrocharlo, obteniendo la vista de tus adorables senos. Soltó otro suspiro pesado y ambos comenzaron a bañarse como correspondía.

-Quítate la máscara, Brahms- sugeriste al ver cómo el agua traspasaba la porcelana. -Si quieres, me iré yo primero y...

-No... - gruñó nuevamente. Estaba claro que te quería cerca todo el tiempo y que jamás debías dejarlo solo. -Quédate - ordenó, molesto.

Obedeciste como una sumisa; no querías salir herida y empezabas a entender a Brahms. Atrapado detrás de las paredes, desarrolló una personalidad feroz. A pesar de ser un hombre guapo, te lamentaste por todo lo que le pasó. Por supuesto, estabas consciente del monstruo que era, uno horrible.

Inclinó su cabeza por encima de la tuya. Ambos cuerpos estaban tensos debido a lo caliente que se estaba volviendo la situación. Heelshire quiso lavar tu cabello, pero se lo impediste. Enojado, presionó su cuerpo contra el tuyo, provocando un jadeo de tu parte debido a lo brusco de su comportamiento.

-Dijiste...que serías bueno...-Reprochaste titubeante, él solo río entre dientes, viéndote temblar colmó su lujuria y solo lo incito a empezar a acariciar las curvas de tu cuerpo, estabas totalmente mojada. Tu mente se empezaba a nublar de deseos indebidos, era suficiente, Brahms te deseaba y tú lo deseabas a él y le encantó el hecho de que te hiciera temblar con cada toque, su respiración quemaba tu cuello y poco a poco empezó a trazar caricias por tus piernas haciéndolas reaccionar. -Br...Brahms...-jadeaste mientras presionabas tu cuerpo con el suyo, tus uñas clavaban su pálida piel y el jabón resbalaba entre está. Ya no había vuelta atrás, ambos se deseaban y esto era gracias a que podías presenciar su no tan diminuta erección. Con cautela lo tocaste, tocaste la punta de su gordito pene y la punta de esta comenzaba a palpitar. Enseguida el ojiverde gimió, gimió tu nombre.

Tu no hacías nada más que babear por encima suyo, sus caricias entre tus piernas la hacían reaccionar de manera cómica ya que no paraban de tambalear. Te tenía acorralada e indefensa, estabas abierta a su amor y todo lo que te podía ofrecer y te tenía entre sus brazos, eras perfecta para él y conforme pasaba los segundos más ansiosa te sentías. El éxtasis marcaba tu cuerpo y cuando la polla de Brahms chocaba entre las paredes de tus piernas, podías llegar a necesitarlo tan desesperadamente. Tu respiración se mantenía superficial y ya no había otra cosa que necesitarás más. Su cuerpo te mantenía caliente y tus labios estaban tan hinchados y rojos cómo fresas, era suficiente.
Él estaba tan húmedo y tan hambriento y no fue sencillo evitar satisfacerte; te empujó con más contra la pared, sintiendo que no podía contenerse más.
-Te necesito...-su respiración se volvía más errática y gimió tu nombre entre jadeos, con un delicado toque a tus curvas empujó dentro de tu feminidad, sus cuerpos entrelazados y tú corazón acelerado era cómo el cielo, Brahms no quería otra cosa más que ahorgarse de ti, tenerte a ti.

Y mientras Heelshire se ocupaba en empujar cada vez más, tu no podías evitar repetir su nombre. Reaccionaste ante la situación y no te arrepentias, ser la sumisa de Heelshire y tener tu estómago revuelto era tu destino final. No, no el final, era el comienzo de tu nueva vida junto con él, junto con el gran monstruo oculto en la mansión.

Pero era claro, ahora ambos eran un desastre, más que un desastre y finalmente el deseo de Brahms de ser cuidado y amado iba a cumplirse. Alzó su máscara, pero no lo suficiente para que lo vieras y comenzó a repartir besos en tu hombro, logrando que soltarás algunos suspiros. Victorioso acaricio su cabello y susurro que le pertenecias de ahora en adelante, su voz ronca fueron las órdenes del día.

- Termina encima mío, Brahms...por favor...-susurraste antes de que el mayor cumpliera con tu demanda, una exquisita sensación de placer recorrieron sus venas al instante de experimentar su orgasmo.

Tus piernas dejaban de tener energía, nuevamente caíste en los brazos de Brahms, quién ahora iba a ser mucho más posesivo.

Brahms Heelshire | One-Shots Donde viven las historias. Descúbrelo ahora