Ya era día lunes, Alice estaba en la entrada del colegio pensando si entrar sería una buena idea. Dentro estaría Bryan esperándola quizá, para seguir con la conversación que habían tenido la vez anterior, que fue "la conversación" que la había llevado hasta el punto donde estaba ahora, no sabiendo si entrar y continuar la vida era lo correcto. Siempre estaba la posibilidad de poder salir corriendo, tomar un bus, viajar a otra región y comenzar otra vida desde cero, hasta cambiarse el nombre por Penélope, y así nadie la buscara. (Luego pensó que quizá estaba yendo demasiado lejos con esas opciones). Tomó aire, y entró tratando de pasar desapercibida tanto como le fuese posible, detrás de las personas, detrás de las puertas, y subiendo a toda prisa por las escaleras para llegar al cuarto piso, entrar en su salón, y olvidarse de todo lo demás por lo menos, hasta el recreo. (El profesor de educación física habría estado orgulloso de ella si la hubiese visto subir tan ágilmente).
Cuando estaba llegando a su salón, notó que un chico estaba afuera. Sabemos quién era, pero en ese momento, ni ella sabía quién era por sí misma. No contaba con que Bryan estuviera esperándola. ¿Cómo para qué la esperaría?, se acercó, ya que correr de vuelta ya no era una opción viable, puesto que él ya la había visto, y le había regalado una sonrisa llena de nervio y esperanza. Alice se derritió en ese preciso momento. No tenía nada que temer, era tan solo un chico y ella, se avergonzó de hacer ver para sus adentros como si el pobre muchacho fuese una especie de monstruo queriendo devorarla.
Cuando estuvieron uno frente al otro, no existían palabras. Ambos chicos apenas y podían mirarse, imagínense lo difícil que era poder entablar conversación, pero era suficiente. En realidad, todo a parte de ese chico, en ese lugar, en ese instante, sobraba. El mundo se hacía pequeño en comparación con sus ojos, Alice estaba locamente enamorada de Bryan, no lograba entenderlo del todo aún, pero sabía que ya nunca nada sería igual, que ese chico que apenas le hablaba, le había robado una parte de su vida, y la quería de vuelta, pero no sin la compañía de él.
Bryan tomo aire y le preguntó acerca de cómo había sido su viaje hasta el colegio, a lo que Alice respondió que, sin cambios, todo como siempre. Le pregunto a ella sí podrían verse en el primer recreo, que necesitaba saber si lo conversado la última vez era real, o que si, por el contrario, como sabía que estaba bebiendo, todo era una especie de broma, lo entendía, que no habría problema. Alice lo cortó de forma inmediata. No quería que él pensara que no lo tomaba en serio, porque ¡por Dios! lo único en lo que pensaba desde que lo conoció era en estar lo más cerca de él como le fuese posible, no cabía en su cabeza que este chico no supiera lo que ella sentía, cuando todo el mundo alrededor de ellos decía lo evidente que era. De ambos.
Alice comentó que se verían abajo en el almacén para comprar algo, y luego hablar. Bryan asintió y se fue a su salón (que estaba al lado del de ella).
Cuando terminaron las clases del primer bloque Alice tenía un revoltijo en su estómago. No sabía si eran mariposas locas, o un maremoto de jugos gástricos, pero se sentía pesada e hinchada. Bajó las escaleras y se dirigió al almacén. Su pelirroja amiga que ya estaba enterada de absolutamente todo le dio golpecitos en la espalda a forma de aliento.
Él estaba esperándola ya a un lado del almacén. Ella se puso junto a él. Compraron unos sándwiches para tomar desayuno. Alice no quería dilatar más aquella plática, así que comenzó: -Todo lo que dije es cierto Bryan (se sonrojo al decir su nombre), me gustas, es raro, porque la verdad no era mi intención conocer a nadie, y mucho menos, sentir algo por alguien, pero no pude evitarlo, eres... (Bryan estaba tan enrojecido, que un tomate se veía pálido a su lado). Hay algo de ti que me atrae profundamente, y me gustaría poder pasar más tiempo contigo, claro... si tú también quieres. Bryan intentaba decir una frase, pero su tartamudeo no se lo permitía. Ella lo abrazó para que él se tranquilizara, mágicamente funcionó y él le dijo que sí, que estaría encantado de poder pasar más tiempo con ella para conocerla, que al igual que ella, le gustaba la idea, y que quería conocerla más. Entre todos lo que les costó poder llegar a decir esas palabras y el comer, tocaron el timbre para las siguientes clases del día. Alice tomó de la mano a Bryan, y lo llevó por todo el patio, hasta las escaleras y subió aferrado a su mano, ambos corriendo por ellas. Ella que iba primero, lo miró, le sonrió y le dijo "Sujétate fuerte".
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Alice
Teen FictionAlice es una adolescente de 17 años, inmersa en un mar de vivencias, amor, desamor y grandes pérdidas conforme su edad avanza. Viaja con ella a través de su espejo emocional, se testigo de sus historias, que quizá, por qué no, te toquen el alma. Un...