Capítulo 27.

92 9 1
                                    

Mis piernas temblaban y mis manos estaban sudorosas, Meredith a mi lado mordía sus uñas del nerviosismo, esos minutos se hicieron como si fueran horas hasta que los doctores salieron, ellos nos indicaron que podíamos entrar, ella me miró y le di unas palmaditas para que entrara. Tomé asiento en la banca mientras tomaba mi móvil del bolsillo para llamar a mi madre y contarle la noticia.

Llamé varias veces porque no respondía, pero Meredith me interrumpió al salir, mencionó que tenía que ir con Paula a hacer algo, que yo entrara. No dudé y lo hice.

Y estaba ahí, una vez más, pero esta vez su mirada estaba posada en mi con una grande sonrisa, y justo en ese instante sentí como si pudiera volver a respirar.

—Hola mi ojitos bonitos— su sonrisa se agrandó y dio unas palmadas en el sofá que estaba a su lado.

—No sabes lo preocupada que estaba por ti, te extrañé muchísimo, todo este tiempo me estaba matando por dentro.

—Ya estoy aquí preciosa, no tenías de que preocuparte.

—Como no voy a preocuparme, eres el amor de mi vida— comencé a llorar y lo abracé suavemente.

—Y tú el amor de la mía— me dio un beso en la frente y acaricio mis mejillas.

—Tal vez sea muy pronto para decirte esto pero acabas de despertar y todo el tiempo que estuviste en coma no pude pensar en otra cosa más que en esto, perdóname por no haberme dado cuenta antes de lo que sentía por ti, soy una estupida y no sé si tú sientes lo mismo por mi pero realmente te amo, estoy enamorada de ti desde que éramos pequeños, y estoy segura de que no quiero pasar tiempo con nadie más que contigo— dije todo eso mientras caminaba de un lado a otro.

—Y no se si tú me ames de la misma manera per— el me interrumpo antes de hablar.

—Linda, tranquila, siéntate.

Lo miré a los ojos y comencé a llorar de nuevo.

—Es que no quiero volver a sentir que te pierdo— cubrí mi rostro llorando una vez más y me acerqué a él.

—No me perderás nunca, eso te lo aseguro.

El volvió a sonreír, su sonrisa es la perfección, no hay otra cosa que me guste más que verlo sonreír.

—Te amo— dije mientras estaba recostada en su pecho.

—Yo a ti mucho más— besó mi cabeza.

Hubo un silencio, pero no de los incomodos, con el nunca eran así.

—¿Sabes cuando podré irme?— preguntó haciéndome tomar asiento de nuevo.

—Aún no lo sé, puedo ir a preguntar si quieres.

—No, quédate conmigo.

—Está bien, cuando acabe la hora de las visitas preguntaré.

Estuvimos charlando un poco más, la hora estaba por terminar, Meredith me escribió y dijo que me esperaba en casa.

—Tengo que irme lindo, volveré mañana temprano— me levanté de mi asiento y besé su frente.

—Te extrañaré.

—Yo a ti, pero es hora de que descanses.

—Bien, te espero mañana, te amo— el me sonrío tiernamente.

Amor sin límites Donde viven las historias. Descúbrelo ahora