20 de enero de 2019
Han pasado varios meses desde que vivo en Málaga y la verdad me gusta vivir aquí. Madrid es hermoso pero no había playas tan hermosas como aquí. Lo que más me gusta de aquí es caminar por la playa.
Respecto a la escuela, me he adaptado muy bien y he hecho amigos, Ámbar se volvió prácticamente mi mejor amiga. Pasamos todo el día juntas casi siempre, ella vive a una cuadra de mi casa entonces pasa mucho tiempo en mi casa o yo en la suya.
También me he vuelto muy amiga de Dante, Franco y Valentin, a él lo conocí dos semanas después de empezar las clases. Valentino volvió de sus vacaciones cuando se le dio la gana en vez de volver antes de empezar el curso. Y él se la pasaba coqueteando con Jess, aunque todos sabíamos que ella nunca le prestaría atención a un niño.
Respecto a Jess, ella cumplió dieciocho hace un mes y todavía no había llamado al abogado para que Mauro se fuera de la casa. Y sinceramente, lo entendía porque a pesar a pesar de que Mauro fuera un mal padre, era su padre al fin y al cabo, y Jess era muy buena; sabía que ella no era capaz de echarlo sabiendo que probablemente tendría que dormir en la calle si lo echaba.
La que no lo entiendo fue Naomi, ella no paraba de insistirle para que lo echara de la casa, Nao era menos... ¿empática? Ella solo quería que él se fuera y nos dejará en paz, no le importaba lo que pasara con él después de eso.
Y también la entendí, Mauro no nos dejaba vivir en paz y pensaba que nosotras éramos sus sirvientas. Ellas dos se pasaban el día trabajando para mantenernos a nosotras mismas y a Mauro, él pensaba que mis hermanas trabajaban para él. Yo siempre trataba de no gastar tanto dinero o no pedir nada por ese mismo motivo pero a Mauro no le importaba, él solo quería dinero para comprar alcohol.
No le importaba lo que mis hermanas se hayan esforzado para conseguirlo, y ni Nao ni Jess querían darle su dinero pero a veces a veces era mejor darle dinero para que dejara de molestar.
—¡Livvie!—me llamo Ámbar sacándome de mis pensamientos al llegar a mi lado.
—Por Dios, casi me muero de un infarto.
—Lo siento, es que venía llamándote desde hace rato y no me escuchabas.
—No pasa nada, venía distraída pensando en otra cosa—me miro preocupada.
—¿Está todo bien en tu casa?
—Sí, solo es lo de siempre. ¿Cómo estás tú? ¿Ya haz terminado el trabajo de biología? —cambié de tema—.
—Sí, estoy bien—hablo fingiendo no darse cuenta del cambio de tema—. Sí, ya lo he terminado, gracias a ti.
—No, fue gracias a ti, yo no hice nada.
—¿Bromeas? Me haz dado clases y he aprendido, deberías dedicarte a eso.
—Ay, no, gracias—ella río al ver mi cara de espanto—. Todavía ni siquiera he cumplido catorce, me queda tiempo para saber qué haré de mi vida luego.
—Yo ya se lo que haré, seré diseñadora de moda—dijo orgullosa.
—Genial, me vestirás si termino siendo pobre—reí cuando se quejó de mi comentario, miré la hora en mi celular y estábamos llegando tarde—. Estamos llegando tarde, camina más rápido, Ámbar.
Caminamos rápido hasta que llegamos a la escuela y gracias a Dios llegamos cinco minutos antes. Entramos a la escuela y caminamos por los mil pasillos de esta escuela para llegar a nuestra aula. Al llegar, Dante, Valentino y Franco ya nos habían reservado un lugar delante de ellos. Ámbar sonrío ampliamente y se sonrojó cuando Franco le sonrío.
ESTÁS LEYENDO
Tal vez algún día
Teen FictionOlivia y Dante están enamorados hace mucho tiempo. Pero siempre por una cosa y otra nunca pueden estar juntos. ¿Será que no hay suficiente amor? ¿O será que uno de ellos no está dispuesto a estar con el otro realmente? ¿Será que no son el uno para...