1. Cabello

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the hair of a mermaid in love

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the hair of a mermaid in love.













...

«Si quieres ese hechizo, necesito que me traigas el mechón de una sirena enamorada»

Esa fue la frase que desencadenó todo, la frase que llevó a Zee Pruk Panich, Capitán del Lady Perla Azul, a emprenderse en un viaje que podría costarle la vida. Después de todo, las sirenas eran seres complejos y extremadamente ermitañas que, de ofenderlas, podrían ahogarte en el fondo del mar sin dudarlo.

Pero si quería salvar su vida, necesitaba arriesgarse.

El problema fue que... encontrar sirenas no era una tarea sencilla. Aquellas criaturas raramente salían a la superficie, pues desde que los humanos comenzaron a esparcir leyendas sobre ellas para incitar al mundo a capturarlas, las sirenas habían preferido ocultarse en el fondo del océano, tan profundo que nadie pudiese siquiera adivinar su paradero.

Por ello, muchos miembros de su tripulación incluso le miraron con lastima cuando les contó su plan, pues todos sabían que encontrar una sirena era una tarea imposible, pero aún más imposible era ganarte un favor de ellas, pues eran terriblemente hurañas con los humanos y cualquier ser terrestre.

Todo indicaba que jamás podría encontrar una y mucho menos conseguir un mechón de ellas para el hechizo que salvaría su vida.

Pero entonces, fue un total milagro que él conociera a New.

Aunque la manera en que se encontraron por primera vez no fue la mejor, pues lo rescató de la red de un barco mercante, con una herida de arpón en el costado que casi lo había matado, pero luego de días cuidando de él y asegurándole que no lo arrastraría a tierra firme para venderlo, el tritón cedió a confiar en él.

Hacerlo hablar fue difícil, requirió de días y días insistiendo en charlar con él, le habló de mil temas diferentes esperando una respuesta, pero New jamás le contestó, solo llegó a mirarlo en silencio, con una mirada aburrida mientras chapoteaba alrededor del Lady Perla Azul, siguiendo la ruta del barco como gatito siguiendo a su dueño, aunque fuese uno arisco.

Cuando por fin logró sacarle una palabra, casi le cuesta su único ojo.

—Oye, pescadito —llamó, mientras balanceaba su pierna en el aire, pues estaba sentado sobre el borde del baupres del barco—, ¿qué opinas de los krakens? ¿Crees que mi tripulación y yo podamos vencer a uno para...?

—¡Que no me digas pescadito! —chilló, con una voz tan aguda que Zee Pruk tuvo que taparse los oídos para que no le sangraran, pues el sonido se asemejó al de garras arañando un cristal.

—Oi, tranquilo, no quería ofenderte, es solo que... ¡Baja esa lanza! —Zee Pruk exclamó, cubriendo su rostro con sus manos al ver al tritón apuntarle con la filosa punta de su lanza, esa misma lanza que usaba para cazar.

voices from the sea | nunewzeeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora