Xivra, el trovador melancólico y semielfo, ocupaba un rincón de la taberna La Quemazón, su figura enigmática envuelta en una capa negra con forro morado. Su laúd "una pequeña guitarra de 6 cuerdas", como una extensión de su propio ser, desgranaba melodías llenas de melancolía que flotaban en el aire y se entrelazaban con el murmullo de las conversaciones y las risas ebrias.
La tarde había caído hacía rato y el licor fluía con la generosidad típica de una noche en Silverbrook. Las velas titilaban sobre las mesas de madera, lanzando sombras danzantes sobre los rostros alegres y desinhibidos de los parroquianos.
Elena, la arquera, estaba sentada en una de esas mesas, su arco apoyado contra la pared detrás de ella. La mirada de sus ojos valientes seguía cada movimiento del bardo, y su sonrisa juguetona revelaba una apreciación sincera por la música. Su vaso lleno de cerveza espumosa parecía olvidado mientras sus dedos tamborileaban al ritmo lento y cadencioso del laúd.
Al lado de Elena, Rufus el Ladrón jugueteaba con un cubilete en sus manos ágiles. Su rostro astuto se iluminaba con una sonrisa traviesa cada vez que sus ojos azules encontraban los de la arquera. Entre ellos había una camaradería evidente, una familiaridad que sólo compartían aquellos que habían vivido aventuras y peligros juntos.
Mientras la música de Xivra se desvanecía en el último acorde, un aplauso espontáneo estalló en la taberna. Elena levantó su vaso en un brindis silencioso hacia el semielfo, su sonrisa amplia y genuina. Rufus, siempre bromista, alzó su cubilete en un saludo cómico, provocando risas a su alrededor.
La noche estaba en pleno apogeo en La Quemazón. Las risas y las conversaciones llenaban el aire, mezclándose con el humo de las pipas y el aroma a cerveza y estofado de carne.
Con el último aplauso resonando en sus oídos, Xivra dejó su lugar en el rincón y se dirigió a la mesa donde Elena y Rufus lo esperaban. Sus pasos, aunque firmes, parecían llevar el peso de una tristeza antigua, una melodía solitaria que sólo él podía escuchar.
Mientras Xivra se acercaba, Rufus le hizo señas a la mesera. Una muchacha robusta y de mejillas sonrojadas que se movía entre las mesas con una gracia sorprendente dada su corpulencia. "Un tarro más para nuestro amigo Xivra aquí", dijo Rufus, señalando al semielfo con un gesto despreocupado de su mano.
La mesera asintió y se alejó para cumplir el pedido. En ese momento, con una sonrisa maliciosa jugando en sus labios, Rufus aprovechó para darle una nalgada a la muchacha. Ella dio un pequeño salto, luego se volvió y le lanzó una mirada fulminante que prometía represalias. Sin embargo, al ver la sonrisa encantadora de Rufus, su enojo pareció disiparse y respondió con una risita coqueta antes de continuar con su trabajo.
Xivra llegó a la mesa justo a tiempo para presenciar el intercambio. Con un movimiento elegante, deslizó su capa hacia atrás y tomó asiento. Sus ojos almendrados se encontraron con los de Rufus y una sonrisa lenta se extendió por su rostro moreno.
"A veces me pregunto cómo es que no te han echado a patadas de aquí aún", dijo Xivra, su voz suave pero claramente divertida.
Rufus se encogió de hombros con indiferencia, su sonrisa traviesa intacta. "Supongo que tienen un gusto particular por mi encanto irresistible."
Elena soltó una risotada, sus ojos brillando con diversión. "O quizás es tu habilidad para meter la pata lo que les resulta tan entretenido", comentó, dando un trago a su cerveza.
Los tres amigos compartieron una risa mientras la mesera regresaba con un tarro rebosante de cerveza para Xivra. La taberna volvió a llenarse con el bullicio de las conversaciones y el tintineo de los vasos, mientras ellos disfrutaban de la compañía del otro, compartiendo historias y risas en la cálida luz de las velas.
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Xivra the blues
Fantasy"Xivra the Blues" es una serie llena de acción, humor y corazón, que ofrece una emocionante mezcla de aventuras fantásticas y momentos conmovedores que cautivarán a espectadores de todas las edades. Acompaña a Xivra y su pandilla en sus emocionantes...