Capitulo 8: Detrás de tus huellas

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Alastor se detuvo frente al motel que bien podría estar abandonado y pagó por toda la noche. Al entrar al cuarto, una escurridiza cucaracha le recibió.

—Que bajo hemos caído, ¿ah? —murmuró para sí cerrando la puerta tras él.

Camino dentro de la minúscula habitación, cerciorándose de que la única ventana no diera a ningún lado.

Después de su visita a su antiguo hogar, había terminado caminando varios kilómetros de regreso a la ciudad por una vía muy escabrosa debido a un retén que no estaba cuando había pasado la primera vez. Se lamento un poco por su auto, pero al menos no había sido descubierto.

Miró la cama mal tendida tras torcer los labios y se dejó caer de espaldas sobre esta. Pronto hurgo en sus bolsillos hasta dar con su celular desechable, marcando de memoria el número de Niffty.

—¿Dulzura?

—¡Alastor! Estás bien, ¡qué alegría! —dijo tan rápido como reconoció su voz.

Para Alastor, esa fue una alerta silenciosa.

—¿Ocurrió algo? —preguntó encorvándose un poco en su sitió.

—Hace un par de horas unos tipos entraron en mi casa y-

<<¡Mierda!>>

—¿Te hicieron daño? —se apresuró a preguntar.

—¡No! Corrí con suerte —dijo inmediatamente.

Alastor escuchó varios autos de fondo por lo que frunció el ceño, eso no hacía más que ponerlo nervioso. Era justamente por ese tipo de detalles que no quería que ella se hubiera involucrado con él.

—¿A dónde vas? —pregunto algo preocupado de que la estuvieran siguiendo.

Lejos de mi casa —soltó muy segura—, de hecho estaba esperando que llamaras. Sospecho que ellos dejaron algún tipo micrófono en mi casa, no quiero arriesgarme y por eso mejor salí.

<<Chica lista>>

—¿Qué querían? —quiso saber por fin, ya sospechando la respuesta.

—Te estaban buscando —Alastor percibió un tono extraño.

No la culpaba, seguramente continuaba aterrada por la experiencia. Entonces de pronto, algo acudió a su mente como un cometa.

—¡Carajo! La escopeta —gruñó de pronto al recordar ese mínimo detalle.

Niffty rio apenas escucharlo.

—Logre ocultarla antes de que entraran, han hecho de mi casa un desastre, pero no la han visto.

—Menos mal —suspiró rascando su nuca. Aunque si lo pensaba bien, tenía sentido, de haberla encontrado probablemente no la hubieran dejado marchar tan fácilmente.

—¿Quieres que te la entregue? —preguntó tras un corto silencio.

—No, podría ser peligroso —dijo sopesando la idea—. ¿Dices que no estás en tu casa cierto? ¿a dónde te diriges?

—A casa de una amiga. Ya no me siento tan segura volviendo ahí luego de ese encuentro.

Tras escucharla, supo que era el momento adecuado para ir.

Sabía la posibilidad que existía de encontrarse con el grupo de Angel o con los agentes del FBI, sin embargo, si no recuperaba esa escopeta, no se sentiría a gusto consigo mismo.

Tóxic [Radiodust]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora