Capítulo 7

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21 de mayo, 1940.
Francia Dunkerque, Operación Dynamo.
00:17 am













Harry respiraba con dificultad, sus manos temblaban de miedo mientras escuchaba disparos a la distancia. No sabía cuánto llevaba escondido; el tiempo se había convertido en una masa confusa de segundos y minutos que se deslizaban sin sentido. Todo lo que sabía era que si salía, probablemente encontraría la muerte.

Cuando desembarcaron, su tropa trató de plantarle frente a los alemanes, pero fueron superados en un parpadeo. La escena se desarrolló con una brutalidad y rapidez que Harry apenas podía procesar.
Su general a cargo, desenfundó su arma cuando una bala le atravesó la cabeza, la sangre y los sesos se esparcieron en el aire y en la mejilla del rizado, como un macabro recordatorio de su propia fragilidad. Quedó paralizado, su mente gritando de terror mientras sus compañeros caían uno a uno.

Incluso él había recibido un disparo en el hombro.

El dolor lo había invadido de inmediato, un ardor intenso que le robó el aliento. Presa del pánico, se desmayó, creyendo por un momento que había llegado su fin, pero despertó horas después, sintiéndose patético, su mente reprendiéndose por lo que consideraba una debilidad imperdonable. No había muerto, pero sus compañeros y generales sí.
Se arrastró con agonía, hasta que encontró refugio en un fuerte abandonado, compartiendo espacio con un par de cadáveres. El horror de su situación le robó un grito ahogado, su garganta cerrándose mientras su mente trataba de comprender la macabra realidad a su alrededor.

Sus ojos se movían nerviosamente, tratando de captar cualquier movimiento en la oscuridad que lo rodeaba, cada sonido parecía amplificado, haciéndolo saltar con cada eco de disparo.

Miró al cielo, las estrellas titilando indiferentes a su sufrimiento.

Una parte suya se preguntó qué estaría haciendo su madre en ese momento. Apenas le había escrito ese año, una carta breve y llena de promesas de volver pronto.
Cuando se enlistó, lo hizo pensando en lo mejor para su familia y ahora, posiblemente, moriría en su primera misión, que patético. La ironía amarga de su situación lo golpeó con fuerza, y cerró los ojos, intentando alejarse de esos pensamientos oscuros. Trató de calmar su mente, pero cada vez que lo hacía, la imagen de su madre esperando noticias de él, lo llenaba de un dolor aún más profundo que su herida física.

De repente, escuchó pasos acercándose, corriendo. Su corazón se aceleró, y apretó su rifle contra su pecho, sus dedos temblando mientras se preparaba para lo peor. Si debía morir luchando, lo haría. Sus piernas se sacudían de terror, pero una determinación feroz surgió dentro de él, no se rendiría sin pelear.
Una luz lo deslumbró, cortando la oscuridad con un brillo cegador.

—¡Creo que este sigue vivo! —escuchó a alguien gritar. La voz sonó distante y cercana al mismo tiempo, como si viniera de un sueño. Su cuerpo entero temblaba, la adrenalina y el miedo mezclándose en una tormenta incontrolable.

—¡Levántalo ahora mismo, Payne! Tenemos que irnos rápido.

Parpadeó un par de veces, tratando de enfocar la vista. Identificó a un soldado alto y castaño, cuyo uniforme portaba la bandera de Inglaterra. En medio de todo ese caos, sintió una extraña paz. La visión de su propia patria le dio un hilo de esperanza al que aferrarse.

—Levántate, amigo, ¿puedes caminar? —Le extendió la mano, su voz era firme, pero llena de una calidez que Harry no esperaba encontrar en medio de tanta violencia.

—S-Sí —murmuró, su voz apenas era un susurro, rota por el miedo y el dolor.

—Entonces corre, no tenemos tiempo.

F L Y (ʟꜱ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora