Capítulo I

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Izaac odiaba la felicidad de los demás, no le parecía justo que todos pudieran ser felices a excepción de él.

¿Habia algo malo con el? ¿Que le había hecho al mundo para merecer la soledad?

Veía con envidia a las parejas que pasaban por el parque frente a el, izaac también quería alguien a quien amar

Eso era antes de conocer a la chica que se volvería el amor de su vida, Karla era su nombre, ante los ojos de izaac era la mujer más hermosa de toda la tierra, su voz, su risa, su cuerpo, todo de ella era simplemente perfecto ante sus ojos la mujer soñada la llamaba el.

Karla estaba acostada con sus suaves sabanas cubriendola hasta el pecho, su cabeza dolía y su cuerpo se sentía débil, su esposo estaba en el trabajo así que no quiso molestarlo con una pequeña enfermedad, nada importante según ella.

Tomó su celular y lo encendió unos segundos esperando ver en la pantalla un mensaje de su amado, pero, no había nada allí, miro su dispositivo unos segundos más antes de apagarlo y cerrar sus ojos para lograr conciliar el suelo al menos unos minutos.

Había perdido la noción del tiempo, cuando abrió los ojos vio a su amado sosteniendola en sus brazos mientras la miraba con preocupación, Karla sonrió y lo llamó.

-"Izaac, volviste a casa, te estuve esperando"-

-"preciosa, ¿por qué no me dijiste que te encontrabas mal?"- comentó izaac acurrucandola contra su cuerpo.

-"supuse que estabas ocupado, no quise molestar "-

-"amada mía, sabes que eres más importante que cualquier cosa, para el futuro ten en cuenta: llamame o envíame un mensaje de texto, ¿bien? No importa cuanto trabajo tenga, vendré a cuidarte y en el caso en el que no lo logre enviaré alguien para hacerlo, solo es cuestión de que lo digas y estaré aquí dispuesto a cuidar de ti, lo sabes. Por favor, mételo en tu bonita cabeza: nunca me molestas. Siempre te cuidaré, pase lo que pase. Aunque sólo signifique traerte sopa y aspirinas."-

Izaac besó la frente de su amada sintiendo la fiebre de su cuerpo en sus labios, su esposa se veía un poco pálida, pero ante sus ojos se veía igual de hermosa que siempre.

Los días pasaban como plumas en un ventarron y cada día que pasaba su esposa se iba deteriorando, su piel estaba muy pálida, sus manos muy frías y su cuerpo mi siquiera tenía fuerzas para levantarse de cama. Hasta que un día, así como llegó pareciendo la luz de su vida, el mundo se la llevó lejos de el.

Su amada esposa ya no se encontraba a su lado, ya no volvería a verla sonreír, ya no podría oírla hablar de que quería a dos pequeños bebés corriendo por casa. ¿Como podría ser feliz luego de perder a lo más preciado en su vida?.

Su preciosa no iba a regresar jamás....

Met you again Donde viven las historias. Descúbrelo ahora