Podría estar pensando en mis exámenes de hoy o en muchas otras cosas más, pero no, mi cabeza una vez más estaba ocupada por Taesan.
Soy todo el día Taesan esto, Taesan aquello, Taesan, Taesan, Taesan.
Todo el día me encontraba distraído, o eso es lo que Taesan me había dicho cuando nos encontramos en la mañana. No es normal verme de esa forma porque siempre estoy muy concentrado en todo, más cuando él me habla; mi atención siempre está en él. Pero ahora no podía siquiera prestar atención a lo que me decía. Si tan solo él supiera que es su culpa. No podía dejar de pensar en lo bonito que nos veríamos juntos, pero también en que eso jamás pasaría; me lo dejó claro la última vez, pero de igual forma no podía dejar de darle vueltas al asunto.
Vi cómo Taesan se acerca a mí con ese aire de confianza que siempre tenía. Ojalá notara cómo lo miraba para que se diera cuenta de que mi mirada no era de amigos, pero este es demasiado distraído para darse cuenta. A veces lo odiaba.
—¿Por qué no contestaste mis mensajes? —dijo mientras se sentaba a mi lado en el césped.
—No los vi.
—No me mientas, llevas el celular todo el día.
—¿Ahora me espías? —no pude retener mi sonrisa.
—Ya quisieras.
Nos quedamos en un silencio mientras ambos comíamos algo.
—Oye, ¿cómo te fue con tu mamá? —Taesan rompió ese silencio que siempre era cómodo entre nosotros.
—¿Mi mamá?
—Ayer dijiste que tenías que regresar temprano junto a ella.
—Eso... —me había olvidado de mi propia mentira—. Bien, me fue bien —dije, intentando sonar seguro.
—Por Dios, Leehan, eres horrible mintiendo, te conozco hace tanto, no puedes mentirme a mí.
—No estoy mintiendo —me defendí.
—Claro, ahora dime por qué te fuiste ayer.
—Porque... —tomé mi celular para tratar de evitar su mirada sin que se viera raro, no sabía qué inventar.
—Ya sé —lo miré con sorpresa. ¿Se habrá dado cuenta por fin? Eso sería bueno, pero también malo para mí.
—¿Qué sabes? —me acerqué a él y Taesan tocó con su dedo la punta de mi nariz.
—Estás hablando con alguien. —Yo solo solté una risa. Iba a seguir riendo, pero me llegó un mensaje y me alejé un poco de Taesan para poder mirar mi celular—. No dejas el celular. ¿Quién es? ¿Lo conozco?
—Lo conoces —dije como broma, pero al parecer Taesan en este momento no distinguía un chiste.
—¿Quién? ¿Compartimos clase con él? —Lo miré por unos segundos y volví a bajar la mirada hacia mi celular. Mientras no paraba de reír, Taesan tenía una expresión de enojado que me parecía lo más adorable y gracioso que alguna vez vi—. ¿De qué te ríes? ¿Qué te dijo?
—Basta de tantas preguntas —volví a reír. Este aprovechó que estaba distraído riendo y tomó mi celular.
—Dámelo.
—Me tiré encima suyo y, si no estuviera tan preocupado por mi celular, me daría cuenta de que la posición en la que estábamos era bastante rara.
—Dime quién es y te lo doy.
—No es nadie, solo estaba bromeando —me dio el celular. Traté de levantarme, pero Taesan me tomó de la cintura y me retuvo allí.
—No te creo.
—Suéltame ya, Taesan.
—¿Por qué? ¿Tu novio se pondrá celoso? —Qué mierda estaba pasando. Taesan siempre ha sido celoso conmigo respecto a mis amistades, pero esto se sentía diferente. Lo miré y no logré captar si era una broma o no, no parecía ser una broma.
—Ya, déjame —lo golpeé levemente para poder salirme—. Solo fue una broma, ayer me sentía mal, pero no quería que preguntaras nada, así que te dije que tenía otra cosa que hacer.
—¿Por qué te sentiste mal?
—No quiero hablar de eso.
—Está bien —se levantó—. Tengo clase ahora, ¿nos vemos en tu casa?
—Nos vemos.
—Ya no me digas esas cosas —lo miré sin entender a qué se refería hasta que terminó de hablar—. Pensé que me habían robado a mi Leehan —sonreí.
—Eso no va a pasar —dije, más para mí, porque este ya se había retirado.
...
"Mi Leehan" me volvería loco. Nunca mi nombre había sonado tan lindo hasta que él le agregó el "mi". ¿Qué debería hacer? Soportar el no saber qué podría pasar o decirle que me gusta. No solo eso, más bien, yo estoy enamorado de él.
—Estás distraído de nuevo, préstame atención —se puso enfrente mío—. ¡Leehan!
—¿Qué pasó?
—Ni siquiera me estás escuchando, mejor no hubiera venido.
—¿Por qué estás tan enojón?
—¿Por qué estás ignorándome todo el tiempo?
—No te estoy ignorando. A ver, cuéntame de nuevo de lo que estabas hablando —Taesan, de mala gana, se sentó a mi lado y me empezó a hablar de un grupo nuevo que le gustaba. Hablaba, hablaba y hablaba; no sé qué estaba diciendo, pero no podía dejar de mirar la forma en la que sus labios se movían.
—Y así fue como maté a todos tus peces, ¿verdad? —lo miré a los ojos sin saber qué había dicho, simplemente asentí. No quería que pensara que lo estaba ignorando—. Mejor me voy. —Taesan se levantó para irse, pero lo tomé del brazo.
—¿A dónde vas? Dijiste que hoy pasaríamos el día juntos.
—Tú estás muy distraído pensando en otras cosas, ni siquiera escuchaste lo que dije recién —parecía enojado.
—Lo hice —me lanzó una mirada asesina—. Bueno, no lo hice —estaba algo avergonzado.
—Mejor te dejo para que pienses en otra persona.
—¿Qué? No me digas que sigues con eso —solté una carcajada.
—¿De qué te ríes? No es gracioso.
—Te ves adorable así.
—Ya, dime quién es.
—¡No es nadie!
—Pero si parece que estás en las nubes —se quedó callado unos segundos y luego siguió—. Como si... estuvieras enamorado o algo así. —Sonreí.
—Es que lo estoy —tal vez me arrepentiría de esto.
—¿Qué? ¿De... quién? —preguntó con miedo.
Se lo iba a decir, realmente estaba decidido, pero no pude. No quiero perder su amistad. ¿Qué haría yo sin Taesan? Llevo toda mi vida con él.
—No te lo diré.
—¡Leehan! Si no me lo dices, no te hablaré más.
—Lo harás, no puedes vivir sin mí.
—Te odio —se acercó a mí—. ¡Por favor!
Mi mamá golpeó la puerta y luego pasó. Nosotros nos quedamos en silencio.
—Hola, Taesan. ¿Te quedarás a dormir? Es tarde.
—Sí...
—¡No! —dijimos al mismo tiempo—. Él ya se va. —Este se volteó a mirarme con odio—. Chau, Tae, te voy a extrañar —hice un puchero de burla. Sabía que este me estaba odiando. Lo vi marcharse mientras me daba una mirada asesina.