Capítulo III

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Ahora Cadetes

Después de que este chico me regalara esa hermosa sonrisa, nos quedamos un rato callados, solo asimilando donde estábamos y las cosas que vendrían a partir de ahora. Estaba nerviosa y preocupada, ¿Que haria ahora?, Joder, ¿Llegaría a la Trilla o me matarian en la colchoneta?, ¿Y si era un asco en las materias?.

Maldición, creo que voy a vomitar otra vez.

A Hans hace unos minutos se le había calmado el dolor de la rodilla y me agradeció mil veces más después de eso.

—¿Como es que tienes ese tipo de medicamentos?.— Me pregunta mientras se acomoda la camisa negra para que no se le pegara al cuerpo.

Ya hacia rato había dejado de llover, mostrando ahora un cielo totalmente azul y sin ninguna nube, hasta el clima estuvo contra de nosotros este día, bueno, en mi contra en realidad.

—Mis padres y hermana eran curanderos, mamá se especializaba en cuidados de emergencia y papá en medicamentos, aunque ambos sabían un poco del área del otro — Sonrío recordando sus debates acerca de temas de las áreas del otro, en sí los curanderos aprenden de todo cuando entran a ese cuadrante, la mayoría se queda con algo en especifico donde sobresalen, en este caso mi madre era una de las mejores cosiendo heridas y acomodando huesos y papá era un excelente maestro de medicamentos. —. Mi padre me enseñó como realizar este tipo de medicamentos más comunes.—

—O sea que tu hiciste este.- no es pregunta, lo está afirmando, y yo solo muevo la cabeza negando lo que dice. —

—Este lo hizo papá, los míos no hacen efecto tan rápido, lo más que he logrado que tarden el quitar el dolor completamente es un par de horas.— Ni de chiste le ganaba a papá en eso.

—Entonces eres excelente en lo te enseñaron, ¿Por qué no te uniste a ese cuadrante?.—

La pregunta me toma desprevenida y bajo la cabeza. No es algo de lo quiera contarle a alguien que acabo de conocer, no se si puedo confiar en él. Y Hans toma mi silencio como una clara señal de que es un tema sensible.

—Disculpa, fui un poco... .— Las palabras no salen de su boca así que las termino por él.

— ¿Entrometido?, Sí, si lo fuiste.- Me río y el también lo hace. Estoy segura que iba a decir algo más pero las campanas que anuncian la formación suenan.

— Ya todos cruzaron el Parapeto. — Afirma Hans, levantándose, intentando no poner tanto de su peso sobre su rodilla. Ya cuando está de pié hace un gesto de asombro — Tu padre si que sabesñ lo que hace, joder Thaís. — Sus ojos azules están ta abierto y llenos de incredulidad que no puedo evitar reírme de nuevo.

Creo que esa era la misma expresión que tuvo hace un rato.

— Gracias. — Mi pecho se llena en satisfacción — Los medicamentos de papá son geniales. — Termino de levantarme yo también, mis músculos lloran por el esfuerzo. Joder, se siente horrible, mis brazos y piernas duelen de una forma que creo que en cualquier momento me van a fallar y caeré hecha una masa de solo carne y huesos insensibles.

Creo que así fue como acabaron lo que cayeron del Parapeto y hago una expresión de asco al imaginarme el estado de los cuerpos.

Iba a preguntarle algo pero su voz me interrumpió incluso antes de que pidiera siquiera saborear las plabaras.

—Escúchame bien, Thaís. Con lo que acabas de decirme solo me dejaste darme cuenta que no sabes nada de este Cuadrante, más allá de lo que tuviste que estudiar para los exámenes antes de cruzar El Parapeto.— No se en que momento se hacerco tanto a mi, hasta el punto que está casi pegado a mí cuerpo, con los ojos mirando los míos con seriedad. — Ahora estamos en un lugar que es la viva representación del mata o muere, acá no hay amistades, solo alianzas, no le creas que cualquiera venga ofreciendo su amistad por qué solo terminaras muerta. Todo acá puede matarte, Thaís. — Desbia su mirada de la mia, los latidos de mi corazón es tan fuerte que siento como le quita espacio a mis pulmones impidiendo que el aire pase por ellos.

Strength - Alas De Sangre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora