021

59 10 0
                                    

Advertencia: capituló con mención de temas delicados, como problemas paternales y alusión a inseguridad emocional. Leer bajo precaución.


Inglaterra - 2008

Al norte de Inglaterra el señor mayor de los Norris, Christopher, miraba con desaprobación a su primogénito. Estaba bastante enojado.

No puedo creer lo qué me dices, Adam. Tú hijo es una escoria —escupió al piso el de cabellos canosos.

—Basta, papá. Lando sólo es un niño. —suspiró, pellizcando el puente de su nariz—. Él no tiene consciencia de lo que hace, sólo es un...

—¡Tú eres aún más repugnante al permitir estos comportamientos maricas a tú crio! —exclamó el más mayor de la habitación, con las mejillas acharoladas por la rabia contenida.

Adam no soportaba tener que discutir esto una vez más con su padre, pero no dejaría que llamara de esa forma a su hijo. Nunca se lo permitiría.

Pero su paciencia se agotaba, y estaba harto del como su padre trataba a Lando.

—¡Te dije que pararas! ¿No entiendes? No quiero tener que discutir nuevamente contigo, papá. —Adam habló firme, tomando aún más el agarre de Lando, quién se encontraba detrás de él, escondido bajó la silueta de su padre, temblando del pánico por lo sucedido y lo pálido que estaba por la escena ocurrida.

Aún sentía arder su mejilla izquierda, dónde se encontraba todo el labial rojo esparcido, mientras sus lágrimas no paraba de salir silenciosamente.

Lando sabía que estaba jodido, y no paraba de llorar por aquello.

—¡Entonces corrígelo! ¡Vuélvelo un hombre de verdad, no un maricon!

[...]

Había una creencia donde cada sueño tenía su significado, y en estos proyectaban lo que usualmente ocurría en la cabeza de un individuo en los últimos días.

Para esto Lando no era del todo agradable.

Hacia varios meses que no soñaba aquellos sueños que podía él mismo denominar como descabellados.

La noche anterior mientras hablaba con Oscar habían platicado sobre sus miedos y anhelos. Pero Lando notaba un extraño comportamiento en el menor cada vez que retomaban el tema de sus temores.

Después de la conversación que habían tenido ayer, Oscar no le había comentado nada más, alegando que estaba muy agotado como para charlar más tiempo.

Lando no lo presionó, dejándolo descansar y sin decirle nada más. Pero al día siguiente después de varias llamadas por parte de Nicole, sin que éste contestará, Lando supo que si había algo mal.

—Te juro que si no le contestas a tu madre por quindécima vez te llevaré a rastras dónde ella —Lando amenazó, apuntando al contrario desde la estufa con un cucharón.

Oscar resopló, sin contestar a lo dicho por Lando se levantó de la silla que se encontraba al lado de la isla de la cocina y tomando su celular caminó hacia la otra habitación.

Lando tampoco dijo nada, realmente veía el comportamiento de Oscar muy diferente, pero tampoco quería preguntar, por más que le preocupara no quería afectarlo agobiándolo de preguntas más de lo estaba.

Notaba como esa mañana Oscar estaba más desanimado, y no era común verlo en él. Realmente comenzaba a interrogarse qué había sucedido ayer.

Pero no quería presionarlo, no quería ser un intenso con él, bastante había aprendido de su estancia con Carlos como para retroceder y repetir la misma historia.

My McLaren Boy | LandoscarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora