Mal Augurio

Traición

Recuerda muy bien lo que hizo esa mañana al llegar a la Comisaría. Se podría decir que su memoria es una de sus virtudes más grandes, pues prácticamente recuerda todo lo que sucedió ese fatídico día.

El hecho de que Conway le mintiera, le caló profundamente en su corazón, si es que aún quedase algo de éste. Se sintió traicionado y usado, sin embargo, lo peor de todo no era la mentira de Jack o la realidad de Isidoro y Gustabo, más bien fue el hecho de que ya lo sabía. Siempre se había destacado por ser deductivo, por pensar antes que los demás, así que pensar acerca de que Gustabo fuera parte de la CIA no lo tenía muy sorprendido, lo esperaba, pero por mucho que lo intuía, le había dolido.

¿Cuál era la misión de Gustabo en Los Santos? No tenía ni puta idea, ni siquiera cuando tuvo la oportunidad de preguntarle, y no fue porque no lo haya hecho, sino que tenía cosas más importantes que atender con el rubio.

Tomó malas decisiones esa noche lluviosa, pero definitivamente no se arrepiente. Perdió, sí, pero ganó lo que llevaba meses queriendo.

También recuerda cómo enfrentó a los tres en la mansión de... ¿Gonzalo o Isidoro? Bueno, el gilipollas ese. Recuerda vividamente cómo le pidió al rubio esposar a Gonzalo para inmediatamente después esposar al rubio él mismo, cómo es que tuvo que pedirle que no lo mirara a los ojos, ¿Cómo podía permitirle mirarlo si con una sola mirada del ojiazul se sentía perdido y sin aliento? ¿Cómo mirarlo a los ojos y después tratar de amenazarle cuando lo único que quería hacer era aprisionar sus labios con los propios?

Estaba sumamente jodido por el rubio y no podía evitarlo, no cuando ese mismo rubio, que tenía definido como un psicópata, le demostrara su otra cara. No se esperaba que ese idiota que tantos problemas había causado fuera ahora el oficial perfecto, o seguramente debió anticiparlo, si fue el principal infiltrado y causante en la caída de THE UNION. Un hombre tan manipulador como lo era Gustabo debía formar parte de la misma mierda que él, claramente, y ese mismo hombre, lo tenía a él mismo casi todas las noches en vela, reproduciendo una y otra vez la mínima interacción entre ellos, anhelando llegar más allá de los límites.

Esa misma noche, demostró cuán enganchado estaba por esos ojos y tan obsesionado con él. Amaba su rebeldía y le encantó escuchar que no eran tan distintos. Tan así era, que no tuvo la audacia de empuñar ninguna de sus armas en su contra, hasta que todo se le fue de las manos.

[...]

Tener a Freddy completamente hecho furia fue extremadamente delirante. Le encantó ser encañonado y quién carajo le diría lo mismo. El Comisario era sumamente imponente, la situación lo tenía en las nubes y es que ni siquiera debería de sentirse así. Trucazo lo tenía loco con sus encuentros, con sus comentarios y con una simple mirada.

Estaba a unos días de cumplir un mes de vuelta en esa Comisaría, un mes en el que solo había tenido unas cuantas interacciones con el pelinegro y desde el primer momento lo sintió. Sintió cómo su corazón se encogía en su lugar cada vez que él estaba presente, cómo su piel se erizaba cada vez que rozaban sus hombros al cruzar o cómo sus latidos aumentaban cuando lo escuchaba hablar por la radio.

Desde ese momento sabía que se había enamorado y que no era capaz de procesarlo, y es que nunca se había sentido así, cómo un jodido adolescente en su primer enamoramiento. Tal vez, fue esa la razón por la que soltó información de más como las pastillas o la declaración de la existencia de la familia de Gonzalo. Tal vez, simplemente, quería demostrar su rebeldía a un ser tan hijo de puta como era Freddy Trucazo o él mismo.

Estaba jodidamente perdido y eso lo tenía maravillado; eran nuevas sensaciones, nuevas experiencias, algo emocionante en comparación a su mundana vida. El pelinegro representaba todo ese peligro y adrenalina de la que estaba tan hambriento. Estar con él significaba tener su sangre hirviendo, sentir la agitación de sus nervios a flor de piel, y lo ansiaba con devoción.