¡Yo te puedo ayudar, pero tú no a mí!

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Catnap y Dogday estaban en la cama, la luz tenue del cuarto apenas iluminaba de la televisión sus figuras. Catnap, sintiendo la intensa urgencia de su celo, se inclinó sobre Dogday, su respiración agitada y sus ojos brillando con deseo. Dogday, sin entender completamente lo que estaba pasando, miraba a Catnap con una mezcla de confusión y preocupación.


Catnap, con movimientos rápidos y decididos, tomó una cuerda de la mesita de noche y comenzó a atar suavemente las muñecas de Dogday a los postes de la cama. Dogday, sorprendido por la acción, se removió un poco, tratando de procesar lo que sucedía.Para después empezar a besar su cuello, de una forma ansiosa y apresurada.


—Catnap, ¿qué estás haciendo? —preguntó Dogday, con un tono de voz nervioso.


—Te necesito, Dogday —respondió Catnap, su voz temblando de deseo y ansiedad—. No puedo esperar más.


Dogday, sintiendo la intensidad de Catnap, intentó liberarse suavemente de las ataduras, pero no quería hacerle daño ni agravar la situación.


—Catnap, esto no está bien —dijo Dogday con voz suave pero firme—. No sé qué te pasa, pero no me siento cómodo con esto.


Catnap, al escuchar las palabras de Dogday, se detuvo un momento, su rostro mostrando una mezcla de frustración y determinación.


—¡No entiendes! —gritó Catnap, con la voz firme y algo impaciente—. ¡Te necesito ahora, más que nunca!


Dogday, viendo a Catnap tan enfocado y ansioso, sintió un nudo en el estómago. No quería rechazarlo, pero tampoco podía ignorar sus propios sentimientos. Con un esfuerzo, logró soltarse una mano y la extendió hacia Catnap, acariciando suavemente su rostro.


—Catnap, te amo, pero necesitas calmarte.


Las lágrimas comenzaron a brotar sin control de los ojos de Dogday. La confusión y el dolor lo abrumaron, y no pudo evitar sollozar suavemente. Catnap, viendo a Dogday llorar, sintió un profundo remordimiento y tristeza. Soltó las cuerdas que quedaban y se apartó, liberándolo completamente.


—Lo siento, Dogday —murmuró Catnap, con la voz más suave pero sin quebrarse—. No quería hacerte sentir así.


Dogday, todavía con lágrimas en los ojos, asintió lentamente. No quería que Catnap se sintiera culpable, pero necesitaban hablar y entender lo que estaba pasando.


—Está bien, Catnap. Hablaremos de esto cuando estemos más tranquilos, ¿de acuerdo? —dijo Dogday, tratando de calmarse y tranquilizar a Catnap al mismo tiempo.


Catnap asintió y se levantó de la cama, mirando a Dogday con una mezcla de tristeza frustración. Salió de la habitación sin decir una palabra más, dejando a Dogday solo en la cama, con el sonido de la puerta cerrándose detrás de él. Sentía un peso en el pecho y un nudo en la garganta, esperando que pudieran superar esta prueba juntos.


La noche se hizo más silenciosa y pesada. El amor a veces traía consigo desafíos difíciles, y Dogday solo podía esperar que juntos pudieran encontrar una solución y entenderse mejor.

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Te espero hasta que despiertes, mi amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora