1

10 3 0
                                    





Eran las doce de la noche Abel  estaba sentado en la baranda de un puente que estaba enfrente de su casa.
La idea en la cabeza del pelinegro era fija, no quería pensarlo mucho, solo se suicidaria.

Tomo la soga y la ato a su cuello.  Una risita nostálgica salió de sus labios.

— ¡Joven deténgase!.

El grito de aquella mujer horrorizada hizo que el pequeño Abel la mirara.

— Por favor, no se mate... Piense en su familia.

El pelinegro soltó una carcajada fuerte, como si lo que aquella pobre anciana dijo fuera un grandioso  chiste.
Aquella mujer vieja estaba confundida,no lograba entender por qué aquel joven reía con tantas fuerzas.

— Oh,señora. Si que me ha echo reír.

Dijo el joven cuando recuperó el aire en sus pulmones después de a ver reído como un loco desquiciado.

— No comprendo,¿que es lo gracioso?.

El chico sonrió,su sonrisa era hermosa y sincera,tenía un oyuelo en el lado derecho de su mejilla.
Se veía tan tierno.
Los ojos de aquel joven brillaban de manera hermosa e irreal,a pesar de que estaba viendo a la nada,se podía apreciar lo hermosos que eran sus ojos, oscuros y llenos de tanta paz y amor.

"¿Por qué alguien tan lindo como este joven se quiere suicidar".
Pensó aquella anciana.

— La razón por la que esta madrugada me mataré es mi familia.

La anciana frunció el ceño y se paro cerca de aquel lindo joven.
Ella lo observo adecuadamente, el parecía un buen chico.

— ¿Por que?.

Pregunto la anciana preocupada. Por alguna extraña razón no quería dejar que ese chico se matará.

— Por qué estoy harto señorita,no...no se por donde empezar.

— Usted cuénteme joven, yo estaré atenta.

El joven suspiro y sonrió.

"Tiene una bella sonrisa, tan delicada y llena de paz". Fue el primer pensamiento que tuvo la anciana.

— Ellos dicen que soy la decepción de la familia,¿sabe?, estoy hasta el carajo de esto...— La voz de aquel joven se quebró,las lágrimas salían con fuerza de sus ojos. — No sabe cuanto duele llegar a lo que llamas "hogar" y que te digan que eres un drogadicto de mierda, que solo causas problemas en tu casa,que solo eres una boca más... el día que yo dije que me iba a matar la primera vez..., mi madre... mi propia madre dijo..."una boca menos. Igual tengo dos hijos más". Allí fue cuando todo mi mundo se vino abajo.

La anciana acaricio la espalda de Abel,ella quería abrazarlo. Aquel joven lloraba con demasiado sentimiento, con un enorme dolor.

El aire se le iba de los pulmones,lo cual hacía que el joven se detuviera a tomar aire para después seguir hablando.

— ¿Sabe que es lo peor?.— Le pregunto a la anciana y ella solo negó como respuesta.— Yo nunca me eh drogado en mi vida,preferiría morir antes que meterme alguna sustancia en mi cuerpo.... me aferre demasiado a ser su niño perfecto, ¿para que?, para que ella misma me terminará matando.... nunca...ella nunca trató de creerme pero ni un poquito... estuve mendigando en las calles para comprar una prueba de antidoping, le pedí prestado a mis amigos y maestros, ellos me dijeron que mi mamá estaba loca por creer mierdas...

El joven tapo su rostro con ambas manos,su cuerpo temblaba con fuerza y desesperación.

— Mi tía dice que soy una puta zorra,que soy un asco,que todo lo malo que le pasa a su maldito hijo es mi culpa...mi tía dijo que yo estaba enamorado de mi sobrina...

— Que mierda de familia. — Dijo la anciana y abrazo a aquel joven desconsolado.

— Lo se...

— Tu mamá debería apreciarte más, se ve que eres un buen niño.

— Señora...todos dicen eso...menos ella,ella no sabe nada de mi,ella nunca sabrá cual es mi color favorito, sabe que es el azul, pero realmente dije que me gustaba el azul por que le gustaba a ella... por que quería convivir con ella..

— Ven baja de allí cielo.

El joven negó suavemente y miró hacia abajo.

— ¿me puede hacer un favor?.

—¿Que nesecita joven?.

El saco una carta que se veía un poco gorda por los papeles.

— allí adentro esta mi prueba de antidoping. — Sonrió,parecía estar feliz y orgulloso de si mismo. — estoy limpió.... también allí dentro hay una carta para mi madre.... ¿ve la casa azul de dos pisos que esta aquí enfrente?, allí vivo,deje la carta allí por favor.

La anciana tomó la carta entre sus manos y la miró, cuando ella levantó su cabeza para mirar al chico este ya se había lanzado y había quedado colgado.

Lo único que se oyó esa fría madrugada fue el grito de horror de aquella anciana.

Las manos de ella temblaban, estaba asustada.

El Suicidio De Abel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora