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03 de febrero

Hace unas noches, por primera vez desde que Jungkook entró en mi vida, me encontraba solo bajo el manto estrellado de nuestro encuentro habitual. Esperé todos los días, diario, las horas pasaban, cada una más lenta y dolorosa que la anterior. Mi mente estaba siendo torturada por pensamientos de preocupación y dudas. ¿Habrá sucedido algo malo? ¿Habré dicho algo que pudiera haberlo asustado o alejado?

Después de lo que pareció una eternidad, como cada noche el frío del suelo y el rocío de la noche me obligaron a regresar al palacio. Al llegar, mis padres, el rey y la reina, notaron de inmediato mi desánimo. En lugar de consuelo, sin embargo, nuestras conversaciones giraron en torno a mis responsabilidades como príncipe heredero y los deberes que me esperan. El peso de sus expectativas, sumado a la ausencia de Jungkook, fue demasiado para soportar.

Me retiré de su presencia con una excusa apresurada. En la soledad de mi habitación, las emociones contenidas encontraron su escape en lágrimas. Lloré, diario, con una desesperación que no conocía, deseando más que nunca que Jungkook estuviera aquí. Que pudiera abrazarme y asegurarme que todo estará bien, que esta tormenta emocional es solo temporal y que juntos podríamos enfrentar cualquier desafío.

No sé qué trae el mañana, ni si Jungkook regresará a mi lado. La incertidumbre es una neblina fría que se enrosca alrededor de mi esperanza. Pero en lo profundo de mi corazón, una pequeña llama sigue ardiendo, alimentada por el recuerdo de su sonrisa, su risa, y el amor que compartimos en un beso que prometía tanto.

Por ahora, me aferro a esa esperanza, ese recuerdo, y trato de calmar mi alma con la creencia de que el amor verdadero puede superar cualquier adversidad, incluso la separación momentánea y el dolor de una noche solitaria.

El Diario del Principe (Taekook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora