3. Capítulo

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\Alemania, Hamburg 2012\

Un golpe seco seguido de un chillido de dolor resonaron en los alrededores de la sala de entrenamiento.

-¡Inútil! ¡Estos ejercicios los puede hacer un niño de 6 años!-.

Tras esas palabras se oyó otro golpe generado por un bastón seguido por un grito de dolor muy agudo.

-¡Deja de llorar!-.

Esas palabras solo causaron lo contrario. Me hice bolita tratando de protejer mi cara de sus golpes.

–¡Me hacen perder mi valioso tiempo al venir a instruir a una mocosa llorona!–.

El instructor se hartó y me tomo del brazo lastimandome más con esa acción.

-Du bist eine Enttäuschung für den Namen Smicht-.

No entendía muy bien el idioma. Si, mi padre era alemán, pero me crié rodeada de personas hispanohablantes, solo logré entender "decepción" y mi apellido "Smicht".

-Mas te vale mocosa, que para el siguiente entrenamiento te salga bien- tomó el bastón con fuerza.

Y justo ahí se apagaron las luces. Me había noqueado.






















Desperté en el cuarto de confinación de la casa en Berlín a dónde me habían llevado.

Me levanté viendo que todo estaba oscuro salvó por un pequeño rastro de luz amarillenta y naranja entrando por la pequeña ventana superior que casi toca el techo, esa típica ventana diminuta de sótano.

Encendí la luz de la habitación y al lado de la puerta noté una bandeja con comida y agua.

Al menos tienen la decencia de alimentarme, aunque podría tener algo.
Tal vez sea una especie de prueba o algo para superar esa cosa de la capacitación.

Tome la bandeja y fui a la cama para estar más cómoda, la comida no estaba muy fria seguro la trajeron hace unos minutos, aún se siente tibia.

No huele mal tampoco a algún químico, el arroz solo tiene el olor a los condimentos y no se ve alguna pizca de algún polvo, tampoco el caldo. No comeré el caldo, el metal corroe el sabor de la comida si no se come al instante de ser servido, tendría muy mal sabor al probarlo.

Opté solo por comer el arroz y probé la carne que venía aparte....debí inspeccionaron primero, la carne si tenía algo pero el olor de los condimentos lo disfrazó muy bien. No era nada grave tan solo como si fuera un adormecedor, supieron ocultar lo bien pero el sabor era bastante notorio.

-Solo fue un bocado- tomé la servilleta y escupí en ella lo que mastiqué:-Por masticarlo no me hará mucho-.

Tomé la botella de agua afortunadamente estaba sellada, bebi un poco y enjuague mi boca con ella escupiendola despues en el baño.

Termine la poca comida que podía consumir y decidí tratar de ver por la ventanilla pegada al techo de este sótano.

Moví la mesita de noche justo bajo la ventanilla y subí, no alcanzaba a ver mucho pero logré ver metros y metros de pasto verde junto a un edificio no muy lejano de donde estaba, supongo que debe ser algún almacén o sitio de entrenamiento.

Bajé y volví a poner la mesa en su lugar para acomodarme a esperar que pasaría después.

No sé que hora es pero suponiendo las luces amarillas y naranjas de la ventanilla está oscureciendo, calculo entre las cinco y siete de la tarde.

PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora