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Cuatro días después de su discusión con Wooseok, Jimin seguía sin verlo, lo cual lo torturaba enormemente pensando que seguía molesto con él. No tomaba sus llamadas ni iba a verlo, pero no podía correr el riesgo de ir a buscarlo a la Estación o podrían empezar a sospechar por la inusual cantidad de visitas que le hacía de un tiempo a la fecha. Era obvio que Wooseook lo estaba evitando y eso no le gustaba para nada

Tan disgustado estaba con él misma y con la situación que sólo la fiesta que Hoseok le organizó por su cumpleaños, la cual era la segunda parte del regalo, estaba logrando animarlo un poco y sacarlo de su tristeza.

Su amigo rentó uno de los salones de un enorme restaurante y organizó la fiesta para casi cien amigos, entre antiguos compañeros de escuela, amigos de la infancia y compañeros de trabajo. El ambiente era magnífico, al igual que la comida, por lo que estaba disfrutando aquel festejo como nunca.

En aquellos momentos conversaba animadamente con Hoseok, tratando de sonsacarle más detalles de lo que ocurriría más adelante en la fiesta. En realidad no estaba muy interesado en los detalles, pero al menos esa conversación lo ayudaba a contener la urgencia de voltear al costado del salón donde se encontraba Wooseok.

Cuando Hoseok le notificó de la fiesta y le aseguró que Wooseok estaría presente porque él lo ayudó a organizarlo, lo dudó seriamente, pero afortunadamente ese no era el caso y estaba con él festejando su cumpleaños. Aunque el punto malo era que no estaba solo, iba con una de sus amiguitas.

Una tonta cabeza hueca llamada Hyuna que no hacía otra cosa más que colgarse de su brazo y mirarlo como si fuera de su propiedad y quisiera dejárselo claro no sólo a cualquier mujer, sino a él mismo. Incluso llevaba un vestido tan corto y entallado, a pesar de lo cual tenía una abertura en el muslo derecho, que dejaba claro el mensaje de que estaba completamente disponible para sus atenciones.

"¿Cómo pudo traerla? ¿Por qué lo hizo? Él me prometió fidelidad, me dio su palabra"

Aquellos pensamientos lo torturaban desde que lo vio entrar con aquella chica del brazo. ¿Cómo se atrevía a estar con otra mujer cuando le prometió que sólo estaría con él?

Su idea de hablar con él aquella noche para poder disculparse por haberlo hecho sentir mal estaba completamente descartada. Aquella mujercita se negaba a soltarlo, incluso cuando la presento le lanzó una mirada posesiva inequívoca. La presentación fue el único momento que compartieron, lo cual lo deprimía porque ni siquiera había recibido su opinión de su arreglo personal.

Jimin la vestimenta que el había elegido lo había hecho pensando en el gigante, en lucir algo que le gustara y le hiciera sentir hermoso ante los ojos de este. Él peli rosa portaba un traje ceñido a su cueepo, su pantalón era negro de vestir, que tenía un tiro alto negro, le llegaba arriba de su ombligo, cuyo pantalón le apretaba el trasero y le levantaba aún más sus nalgas de una manera que lo hacía sentir aún más voluptuoso, sus muslos firmes y gorditos eran apretados por la tela de este. Su camisa era blanca semi transparente de vestir, un chaleco que se apretaba a su cintura y un saco que lo abocho sus botones luciendo su cintura pequeña y perfecta. Muchos de sus invitados le dijeron que lucía precioso, pero las únicas palabras de halago que esperaba y deseaba eran las de su gigante amante.

Como siguiera pensando en esas cosas sólo conseguiría sentirse mal y no disfrutar su fiesta, decidió concentrarse mejor en su conversación con Hoseok, por más intrascendente que fuera. Repentinamente su amigo miró con atención a la puerta del salón e inmediatamente se puso pálido.

Dulce VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora