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Hogar.

—¡Papá! —gritó Ena al bajar del auto. Corriendo hacia su progenitor para abrazarlo.

El hombre rubio sonrió al ver a su pequeña ir hacia él. La recibió con los brazos abiertos y giró con ella en el aire, consiguiendo una risa cargada de alegría por parte de la albina con ondas.

A lo lejos, Daphne los miraba con dulzura. No había tenido tiempo de reencontrarse con su marido desde su regreso a Japón, desde que su avión aterrizó fue directo a la academia porque estaba comprometida con su nuevo papel de profesora. Por supuesto, los problemas que tuviera por las decisiones imprudentes del director no afectarían a su desempeño a la hora de entrenar.

Abandonaría la academia, sí. Pero solo en caso de que el director o los profesores cruzaran sus límites. Lo mismo sucedía con los estudiantes, solo que no eran sus límites los que sobrepasarían, sino los de su hija. Si Ena no se sentía cómoda en esa escuela, regresaría a Estados Unidos tras renunciar al trabajo que recién había iniciado.

«Nada ni nadie sobre mi familia», pensó.

Al cruzar miradas con su esposo, este le sonrió con grandeza. Ella imitó su acción y comenzó a caminar para llegar a él y su hija.

—Hey... —Saludó la de orbes azules con ligera timidez.

No importaba cuántos años de casados tuvieran, ella siempre lograba cohibirse ante su mirada. La forma en el que su esposa la miraba lograba ponerla nerviosa, sobre todo cuando alguno de sus hijos estaba presente.

—Hola, mi amor —musitó el rubio con una sonrisa. Sus ojos se achinaron un poco y pequeñas arrugas se marcaron alrededor de estos, los años ya comenzaban a notarse en el hombre desde hacía un tiempo.

Daphne sintió sus mejillas enrojecer, le devolvió la sonrisa con timidez a la par que tomaba aire de manera temblorosa. Seguía actuando como una adolescente cuando se trataba de él.

Su hija los miró con emoción, quiso quedarse a mirar su reencuentro. Tres meses comunicándose únicamente por videollamadas fue algo difícil para sus padres, así que entendía que querrían pasar tiempo a solas aunque lo negaran. Por lo que decidió adentrarse a la casa para darse una ducha y ponerse algo cómodo.

—¿Qué tal el viaje? ¿Pesado? —inquirió, tomando su mano para acariciar sus nudillos.

—Algo así, doce horas son difíciles... Especialmente cuando vas directo a tratar con adolescentes que ven todo como competencia —explicó. Le dedicó una sonrisa débil porque realmente no había sido un buen día para ella.

Sentía que muchos problemas vendrían a partir de ahora, nunca le agradó la idea de regresar a Japón. Si bien lo vio como una oportunidad para pasar más tiempo junto a su esposo, no lo sentía como un hogar.

También estaba el hecho de que todos sus hijos vendrían en pocos días. Amaba tener a su familia completa, pero no en ese lugar. Estaba asustada por la seguridad de sus hijos. Aunque no lo pareciera, en ese país los medios eran más entrometidos y destructivos que en el suyo. Siendo esto lo que más le preocupaba ya que todos sus hijos eran figuras públicas y si estancia en Japón sería primicia durante mucho tiempo.

No era fácil para ella que toda su familia fuera reconocida por todo el mundo. Estaba orgullosa de lo que habían logrado por su cuenta, de eso no cabía duda. Lo que la angustiaba era la invasión de privacidad que solían tener a menudo pese a todas las demandas que han impuesto a la prensa y paparazzi.

La única que estaba libre de todo eso era Ena, lo que hacía era de forma anónima lo cual le resultaba conveniente ya que podía salir por las calles sin ningún tipo de problema... Era algo que no dudaría por mucho más tiempo porque ganaría fama a través del festival deportivo y no podía evitarlo ya que era un evento transmitido a nivel mundial. Tampoco le prohibiría participar porque era lo que su hija deseaba y no iría en contra de sus sueños.

IS IT OVER NOW? | bnhaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora