Capítulo 12

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Ethan se quedó sin palabras. De pronto, al fondo de la habitación se escuchó el llanto de un bebé.

Cheong-rang, que había convertido su lanza en un collar, se giró para mirar a su sobrino.

─Ah. Tae-ha debe de estar despierto. ¡Tae-ha! ¡El tío está aquí...!

Cuando Cheong-rang dio un paso hacia Tae-ha, Ethan, que apenas había salido del caos en su mente, estiró el brazo delante de él y le bloqueó el paso.

La visión del antebrazo, hizo que Cheong-rang ladeara la cabeza con incredulidad.

Tragando un suspiro, Ethan habló.

─Un cachorro es un cachorro, aunque sea de una especie más inmune que los humanos. Lávate las manos primero. Idiota.

Tras recibir el regaño, Cheong-rang miró sus manos extendidas. Eran un amasijo de suciedad y nieve.

Fue perseguido por jabalíes, así que terminó cubierto de suciedad. Desde que tenía uso de razón, el hechizo de Ethan le parecía un accidente. Pero sabía no le haría daño a Taeha.

─Bueno, probablemente lo mejor es estar limpio.

─Oh. Señor, el cerebro de éste bastardo se ha ido al cielo, por favor, devuélveselo.

─¿Te estás burlando de mí?

Ethan cerró los ojos y juntó las manos rezando al cielo.

─Por favor, ten piedad.

Con ésas últimas palabras, Ethan desapareció en sus aposentos para calmar a Tae-ha.

Mordiéndose la lengua, Cheong-rang se concentró en las lianas enredadas en sus muñecas.

Debía haber cuidado bien de Taeha, aunque su propia vida estuviera en juego.

Sintiéndose aliviado, se dirigió al baño para lavarse. 


─── ❖ ── ✦ ── ❖ ───


Después de casi una semana, Tae-ha seguía siendo lindo.

Cuando Cheong-rang se acercó, Tae-ha, que seguía chupando el biberón, miró a Cheong-rang.

El bebé era esponjoso y tenía los ojos muy abiertos, su diminuta boca parecía estar parloteando.

Cheong-rang, hipnotizado por sus mejillas en forma de pasteles de arroz glutinoso blanco, miraba fascinado al bebé.

Las mejillas que parecían desbordarse, sus manos que permanecían cerradas entre el dedo y el índice, sus uñas diminutas... Era maravilloso que una cosa tan pequeña pudiera moverse de forma humana.

Ethan le entregó al bebé, conteniendo la respiración para ver si su aliento se lo llevaba, y miró patéticamente a Cheong-rang, que observaba al bebé.

Cheong-rang cargó al niño con cuidado, como si le entregaran un artefacto de cristal único en su especie. Le corría el sudor por la frente mientras sostenía el biberón con torpeza. Ethan, viéndolo tantear con nerviosismo, tomó la palabra.

─Te das cuenta de que este lugar se encuentra muy cerca de la Sociedad, ¿verdad? Vienen a menudo por lo que hago. Pensarán que es extraño si no aparezco una o dos veces.

─No te preocupes por eso. No es que no sepan lo que haces. Sólo encuéntrame un lugar para vivir. Me voy a la provincia de Gangwon.

─¿A dónde vas?

No es la oveja lo que se come, es el loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora