Parte 2

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Veo la hora en la pantalla del teléfono, son las once y media, la cabeza me da vueltas, creo que las copas se me pasaron anoche. Después un baño salgo de la habitación y Rosita, la ama de llaves me deja un plato de cereal sobre el comedor de cristal. Conversamos y me cuenta un poco sobre su vida, al final me dice que está muy agradecía con Violeta. Y no es la única.

─Nos vemos más tarde ─le digo antes de marcharme. Estoy a punto de irme cuando Alberto, el chofer, se ofrece a llevarme─. No, muchas gracias.

Y es que hoy prefiero caminar, distraerme con la vista que tengo de la zona residencial, este lado de la ciudad es muy diferente en comparación del lugar de donde Violeta me recogió hace años.


Me toma media hora llegar al pequeño establecimiento que está en la esquina, "Café Expresso" escrito en letras grandes en uno de los cristales laterales. Aprender el manejo de este establecimiento me tomó un par de años, la remodelación estuvo a cargo de uno de los amigos de Violeta, cumplieron con las exigencias al pie de la letra, no puedo quejarme he tenido estabilidad, pero le regresaré ese dinero a Violeta.

─Buenos días, Matías ─Karen me saluda del otro lado de la barra, ella al igual que Carolina son hermanas, la primera tiene dieciséis y la otra diecinueve. Las encontré o mejor dicho ellas me encontraron hace un año y medio cuando unos tipos las seguían. Las saqué de las calles.

─Hola, Karen.

─Te has quedado dormido.

─Sí.

─La señora Violeta llamo, dice que te comuniques con ella.

─Gracias, Carolina ─estoy por subir las escaleras hacia mi oficina cuando recuerdo algo muy importante─. Carolina, si no mal recuerdo tenías que estudiar para tu examen ─ella me mira apenada.

─Luego.

─Nada de luego. Vete a casa.

─Pero Karen no va a poder atender sola.

─La voy a ayudar. Hoy no tengo nada importante que hacer, vete a estudiar.

─Pero-

─Carolina ─sin decirme nada se quita el delantal y se despide de su hermana con un beso.

A la una de la tarde bajo para quedarme con Karen.

─¿Podrías pasarme una taza?

─Aquí tienes.

─Dime ¿cómo te va en la escuela?

─Muy bien. Ayer presente mi examen de aritmética, creo que saldré bien ─sonríe con timidez. Así es ella. Pero muy brillante, se le ocurrió la idea de poner música para ambientar el lugar.

─¿Has sabido algo de tu mamá? ─mi pregunta le cambia el rostro. Después de sacarlas de la calle su madre desapareció. Mejor dicho, las abandono. Como lo hicieron conmigo. Esta por responder cuando mi teléfono comienza a timbrar.

─Te he llamado ¿acaso esas niñas no te lo dijeron? ─Violeta parece muy molesta.

─Lo siento, olvide regresarte la llamada.

─Te pasó esta solo porque anoche la pasamos bien.

─Me levante con una jaqueca ─apenas puedo recordar lo que paso─. No me des nada para tomar.

─Solo fueron dos copas. No estas acostumbrado. Hoy me encontré con tus antiguas amigas ─¿amigas? No tengo─. Quieren ver si puedes pasarte por el restaurante.

─No lo sé.

─¿Por qué?

─Tu misma dijiste que ya no querías que estuviese en ese lugar.

Lo que quieras de mí ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora