Adicción

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Belén sentía su cuerpo cada vez más dispuesto, Reynaldo era un rápido aprendiz, si ésta era su primera vez, no imaginaba como sería con un poco más de experiencia.

Reynaldo: Belén, necesito ... Te necesito...

Belén: -ríe seductoramente - hazlo Rey, tómame...

Ante dichas palabras Rey no se controló más, las piernas de ella tomaron su posición alrededor de él, la seguía besando y tocando, inseguro de qué hacer, sabía cómo funcionaba todo aquello, pero le daba miedo dar ese paso.

Ella notó la inseguridad en su rostro y tomó la iniciativa, explorando con sus manos, acariciando su pecho, su abdomen, hasta llegar a su virilidad... Reynaldo estaba muy bien dotado, nada que ver con su padre y su hermano; ella lo tomó entre sus dedos y le ayudó a encontrar el camino.

Ella lo colocó en su entrada, que ya estaba más que lista para aceptarlo, lo dejó ahí, afuera, listo para dar un movimiento y entrar en ella y así por fin conseguir el placer que ambos anhelaban.

Reynaldo cerró los ojos y empujó sus caderas hacia enfrente; escuchó que Belén respiró profundo, emitiendo un sonido de aprobación, él sintió como ella lo arropó dentro de sí, se sentía tan bien, apretado y tibio, justo como lo imaginó... De repente no pudo con tanta presión y siguió moviéndose.

Cada vez que él se movía Belén también movía sus caderas, creando un baile hermoso sólo para los dos, sus manos acariciaban su cuerpo, sus labios devoraban la piel que pudieran alcanzar... Rey se volvió fan de un punto en su cuello que la hacía reaccionar más efusivamente cada vez que succionaba en el lugar indicado.

Belén: más fuerte Rey, ya ... -gemido- ... Te necesito más fuerte, más... Por favor... Empuja todo lo que puedas.

Belén lo enrolló de nuevo con sus piernas, Reynaldo soltó su cuerpo y cayó ante el placer de tomarla duro y fuerte... Dejó que sus instintos tomaran las riendas ... La agarró de los hombros y comenzó a penetrarla rápido y fuerte. Los gritos de ella eran cada vez mas fuertes y constantes... Él sentía que algo se venía dentro de su abdomen, y sabía que ella también, pues cada vez que se movía sentía como Belén se encogía por dentro.

Cuando por fin escuchó que ella dió un pequeño quejido, seguido por el abrumante sentimiento de que estaba siendo abrazado fuertemente por ella, sus paredes lo tenían atrapado dentro de sí, no pudo más y mordiendo uno de los hombros de Belén, sintió el más inmenso placer que jamás se había dejado sentir.

Dejó caer su cuerpo encima de ella, con su cabeza entre sus senos, sin respiración... Pero lleno de alegría, de placer...

Belén: -sin aliento- Rey... Eres muy bueno para esto.

Rey: -abriendo los ojos y con una gran sonrisa - creo que no estoy satisfecho todavía... Podría repetirlo de nuevo?

Belén con una sonrisa en sus labios, le besó la frente - claro que sí mi Rey, todo lo que necesites-.

La madrastraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora