Día de las madres: Mamá Vampira (Miraculous)

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—¡Listo!

—¡Te quedó lindo, Marinette!

—Gracias, Tikki

Marinette y Tikki se encontraban en la habitación de la primera terminando el regalo del Día de las Madres, le habían confeccionado un vestido tradicional chino blanco con estampado de flores de duraznos y un hermoso broche para el cabello de esa misma flor.

—Estoy segura que a tu mamá le encantará

—Eso espero, Tikki. Mi mamá siempre es tan buena con nosotros, por eso me gusta darle algo especial en este día, además de su cumpleaños, claro

La pequeña kwami rió ante ese pequeño comentario.

—¡Marinette!

—¡Voy papá! Escóndete Tikki

La pequeña catarina obedeció, ocultándose dentro del saco de su portadora. La chica le dio un último vistazo al vestido que estaba en el maniquí y bajó a buscar a su padre.

—¿Qué opinas, cariño? —preguntó el Sr. Dupain al ver a su hija en los últimos escalones

—¡Papá, todo se ve hermoso y delicioso! ¿Seguro que es por el Día de las Madres? Más bien parece su cumpleaños o aniversario de bodas

La mesa estaba puesta para tres. Había un mantel blanco cubriendo la mesa y en cada lugar un mantel individual rojos con detalles dorados; los platos y los cubiertos acomodados perfectamente, tazas de porcelana china al igual que la tetera y un pequeño candelabro dorado.

—¿Por qué? ¿A caso exagere un poco? Es que quiero que este día sea especial para tu madre, eso es todo

Marinette sonrió enternecida. Terminó de bajar las escaleras, se acercó a su papá y se puso de puntitas para darle un beso en la mejilla.

—Es hermoso, papá. A mamá le encantará, como cada año. Por cierto ¿dónde está? Ella se levanta temprano

—A menos que algo o... alguien haya apagado "accidentalmente" su alarma para así darnos tiempo y preparar todo para sorprenderla

—¡Papá! —exclamó entre risas Marinette

Su papá también se rió, debía reconocer que le costó trabajo apagar la alarma del celular de su esposa sin que ella lo notara.

—Es hora de ir a despertarla, cariño. Ve por el regalo que le hiciste a tu madre y vayamos por ella

Marinette asintió muy feliz. Subió corriendo las escaleras, tropezándose con el último escalón, descolgó el vestido, lo dobló con cuidado, tomó el broche y bajó con cuidado las escaleras; no quería estropear el regalo. Tom esperaba a su hija al pie de la escalera con unos dulces tradicionales chinos con forma de melocotón. Una vez que los dos estuvieron listos, fueron a la habitación del matrimonio Dupain-Cheng a despertar a Sabine.

Entraron a la habitación con cuidado de no hacer ruido, algo que le costó trabajo a Marinette. Se acercaron a la cama y quitaron con cuidado la sábana, pero se sorprendieron de no ver a la mujer en la cama. Padre e hija se miraron preocupados, se suponía que debía de seguir dormida.

—Buenos días, mis amores

Marinette y Tom brincaron del susto a tal grado de casi tirar los regalos. Ambos voltearon y vieron a Sabine de pie en la puerta de baño con una bata blanca de baño y secándose el cabello con una toalla del mismo color.

—¡Mamá/cariño! ¡Feliz Día de las Madres!

—¡Oh, Marinette! ¡Tom! Muchas gracias

La familia Dupain-Cheng se abrazó con mucho amor. Se separaron y padre e hija le tendieron sus regalos a Sabine. La mujer se sentó sobre la cama y recibió encantada los regalos.

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