Las bellas flores ya habían cerrado sus capullos ante la llegada lenta de un clima más frío y un paisaje en tonalidades rojizas inundando todo, el único lugar donde sus colores brillantes aún se podían apreciar eran los invernaderos.
Dentro de aquella lujosa habitación que cumplía el rol de oficina, se escuchaban voces que claramente reflejaban una discusión. Resonaban por el lugar y se escapaban a través de las paredes.
— Tal vez no estás utilizando la cantidad correcta — Cuestionó el mayor, una leve alteración se podía apreciar al posar su mirada en él, su máscara no era de un material fuerte y ahora se caía a pedazos —¿Crees que alguien nos esté saboteando? ¿O tal vez él sabe?.
— No soy tonto, he hecho todo tal y como me lo has indicado, tal vez quien cometió el error aquí fuiste tú — Posó su mirada fijamente en Mammon, ocultando su pequeña mentira que cual serpiente se deslizaba silenciosamente, para el la idea de envenenar al principe tan pronto traería sospechas y miradas no deseadas hacia su próspero reino, tal vez deberían esperar 3 meses posteriores a la boda, así su enfermedad, y por consiguiente su muerte se verían mucho mas naturales.
— Yo nunca cometería esa clase de error, no me importa cómo lo harás, pero al final del día, yo necesito que el príncipe muera, así que no te encariñes.
No tardó en salir de allí, odiaba tener que soportar esa molesta voz, había logrado salir conservando aún su postura, a diferencia de Mammon, a quien su máscara se le había hecho añicos en pocos minutos.
Cerró la puerta de la oficina de su padre detrás suyo, pocos minutos y sentía ya su cabeza doler por escuchar a su padre quejándose y cuestionando el porqué el tonto principe aún se veia enérgico y feliz, cuando ya aunque sea los primeros síntomas deberían hacerse evidentes, deseaba más que nunca cortar su cuello y verlo sangrar en su estupida silla de oro.
Alzó su vista ante la repetición de un ruido casi imperceptible, el anterior lo había dejado pasar, pero este llamó su atención y buscó con su mirada la fuente de este.
Sentado en el centro del jardín, varías mariposas lo rodeaban, algunas se posaban momentáneamente en su cabeza o en su hombro antes de volver a alzar vuelo, mientras otras simplemente revoloteaban por allí, la paz y la tranquilidad eran en extremo disfrutables. Marcus al igual que siempre lo acompañaba, el sol era levemente escondido por las nubes dando paso así a un día perfecto para estar al aire libre, su estancia en Saint no había sido mala, el personal de la mansión lo había tratado de maravilla e incluso había conocido a la jefa de cocina, una gran amiga de Alastor que preparaba extravagantes y deliciosos postres que nunca antes había probado, cada uno sorprendía a su paladar con sabores y texturas completamente nuevas que lo llevaban a un deleite indescriptible.
La relación con su ahora esposo aún mostraba una evidente distancia y recelo, pero los desayunos que tomaban juntos al alba, los paseos a caballo que hacían para recorrer los inmensos terrenos, las visitas al pueblo que hacían en conjunto o sin compañía mientras él tomaba el té y admiraba el bello jardín demostraban su interés genuino, aún pequeño pero existente, sobre la relación que debían desarrollar, esos momentos que pasaban con fluidez y comodidad ayudaban a fortalecer su reciente unión.
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Stella - Au Radioapple
RandomSaint, un reino donde la ambición, el orgullo, el ego y los placeres se ven en cada esquina, pero son ocultados bajo la belleza y prosperidad, un bello príncipe caerá en manos de la arrogancia y la guerra desencadenará. Donde Lucifer es aquel bello...