02: Los diarios.

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Park Jimin tenía tan solo diecinueve años cuando fue llamado para cumplir su deber con la nación.

Luchó en los estudios, dispuesto a graduarse de una universidad de bajo rango con calificaciones bastantes mediocres, pero por supuesto no llegó ni a pisar la institución. En aquel tiempo, el sueño de un estudiante no era más que trabajar con un uniforme decente de nueve a cinco, preparar té para personas importantes o repartir el periódico de todos los días. Los más soñadores se especializaban en la medicina y otros tantos en el campo como aceñeros o boticarios. Y es que eran muy pocos los que terminaban tan siquiera la educación media.

Las posibilidades de desarrollar una buena vida en el año 1950 no eran las mejores, mucho menos cuando surgió el primer conflicto que desembocaría en la Guerra Fría. Conflicto que destruyó la infraestructura económica, así como los derechos humanos.

Cuando llegó el aviso, Park creyó que su vida ya estaba en el filo de la daga, pues morir sirviendo al país parecía una mejor opción antes que vivir trabajando para su padre en la ganadería. Jimin no era soñador, en lo absoluto, por ello estaba confiado en que perdería su vida en manos del enemigo y que ahí terminaría todo.

Por supuesto el destino no lo quiso así. ¿Quién sobrevivía a dos balazos en la pierna y uno en el ojo en aquel entonces? Considerando los alcances médicos, nadie.

—Tienes un parecido inefable a tu abuelo —dijo el anciano.

Yeonjun, aún enraizado en el mismo lugar del sofá, levantó la cabeza, asombrado en magnitud. Miró a Kai, quién tenía una expresión de sorpresa al igual que él.

—¿Mi abuelo?

—Jeon Jungkook.

El menor se tensó en un instante y sin darse cuenta, ya estaba haciendo contacto visual con el anciano, de inmediato se sorprendió por el único ojo azul y abrasivo que le miraba. No había duda de que le conocía, o al menos, de que le había visto alguna vez.

—¿Cómo conoce a mi abuelo?

—Estuvimos juntos en la guerra, él era un inaudito médico militar. Te pareces tanto a él que podría jurar que lo vi en carne propia de nuevo. Jamás olvidaría esos ojos orgullosos, tan brillantes como el cuarzo y coronados de espesas cejas.

Medio paralizado, Yeonjun trató de quitarse el sudor de las palmas. Aún estaba perplejo.

Aunque nunca tuvo la oportunidad de conocer a su abuelo, tampoco le nacía preguntar por él. Pues su madre rara vez solía mencionarlo y por lo que tenía entendido, le había causado mucho daño a su abuela en su momento. Lo único que conocía de él, era su nombre, el cual se encontraba tallado sobre aquella tumba que ya nadie visitaba.

Yeonjun podía ser un desinteresado, pero nunca le gustó ser prejuicioso.

—Tiene razón. Él era mi abuelo.

Jimin sonrió, aliviado de no estar equivocado.

—Él era una increíble persona.

—¿Cómo era él?

El anciano miró un punto aleatorio por la ventana con los ojos entrecerrados, dejando caer una pista indecible. Toda su persona estaba rodeaba de un encanto vertiginoso que era particularmente inspirador, pues parecía como si estuviera buscando las palabras adecuadas para describir a aquel sujeto con quien había compartido más de una batalla.

—Jeon... —suspiró—. Jeon era un hombre valiente. Era tan casto como la muerte y era tan fatigoso como la nieve cuando cepilla las ramas de los pinos.

Ghost of You [Vkook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora