Sin ánimos por el futuro

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El sol abrasador del Caribe iluminaba cada rincón de su país, una tierra que les brindaba tanto que a veces abrumaba.

«Durante mucho tiempo, creí que mi sueño era escapar de ese lugar donde crecí, anhelando experimentar diferentes culturas y vivirlas a mi manera ».

Con el paso de los años, se dejó envolver por la rutina diaria, lo que le impedía seguir soñando. Aunque esto le desanimaba respecto a su futuro, en lo más profundo de su corazón sabía que en algún momento todo cambiaría.

En sus veinte años, la situación de su país comenzó a desmoronarse de una manera desgarradora. Muchos jóvenes, incluyéndolo a él, querían huir desesperadamente de la crisis que los rodeaba. Sentían un dolor profundo, «como si les arrancaran los sueños sin ofrecerles consuelo alguno». A su alrededor, solo veían desolación, tristeza, dolor y rostros marcados por sueños rotos.

Con el paso de los años, aquellos que aún permanecían en esa tierra desangrada sintieron la necesidad de no rendirse. Con el corazón roto y lleno de dolor, siguieron adelante, buscando la belleza por encima de la adversidad. A pesar de la distancia que los separaba de amigos queridos y los recuerdos que los atormentaban, se aferraron a la esperanza y lograron alcanzar lo que alguna vez creían imposible.

Si les soy sincera, todavía sienten en lo más profundo de su ser la amargura de aquellos días en los que no sabían si tendrían algo para comer al día siguiente. En ese tiempo de crisis, incluso las cosas más insignificantes se volvían desafiantes. Toda esa experiencia les hizo reflexionar sobre la historia mal contada que siempre les enseñan. ¿Es posible vivir en un lugar donde no son felices, simplemente por tener empatía? Esa pregunta rondaba constantemente en sus mentes.

Recuerdan que, a pesar de tener un empleo estable, no podían convencerse completamente de que todo estaría bien. Decidieron dar un paso adelante y estudiar Ingeniería, para sentirse motivados y creer que estaban haciendo algo más por sí mismos. No pueden negar que fueron los cinco años más emocionantes de sus vidas. No recuerdan un solo día de clases en el que no soltaran una risa.

Es increíble cómo, a pesar de los problemas y la crisis que atravesaba el país, no permitieron que eso consumiera sus vidas por completo. Fueron valientes y resilientes.

«Incluso en los días en los que no teníamos qué comer, siempre había alguien dispuesto a ofrecernos algo para saciar el hambre ». 

Sé que suena duro, pero aquellos años marcaron la vida de cada uno de los residentes de ese país, tan rico y a su vez tan oscuro. Tuvieron la suerte de contar con amigos, conocidos y compañeros que recuerdan con tanto cariño. Fueron un apoyo incondicional, personas que, a pesar del dolor, siempre llevaban una sonrisa en el rostro.

Mi aventura con el inglesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora