Tras la emotiva confesión de Nikolái, Eleonor no pudo evitar sentir que algo más allá de la admiración comenzaba a brotar en su interior. Se sentaron uno al lado del otro en la proa, dejando que el silencio se apoderara del ambiente. La mano de Nikolái recorrió suavemente la espalda de Eleonor, acelerando su respiración en cuestión de segundos. En ese instante, sus labios se unieron en un beso apasionado, sus caricias se intensificaron sin cesar.
La intensidad de sus emociones y deseos se hacía palpable en cada contacto. Se levantaron y se dirigieron al camarote principal, donde la pasión y la entrega se desataron sin restricciones. El ambiente estaba cargado de emociones ardientes y sentimientos que habían estado creciendo desde aquel primer beso en el bar. Se entregaron el uno al otro, explorando cada rincón de sus cuerpos con un deseo irresistible. Era un momento mágico y lleno de fervor, donde sus almas se encontraban en perfecta sintonía. En ese instante, Eleonor supo que su vínculo era mucho más profundo de lo que había imaginado, y se dejó llevar por la intensidad del momento, entregándose completamente a esta nueva y emocionante experiencia.
Sus cuerpos se fundieron como si fueran uno solo, las caricias interminables de Nikolái y sus besos llenos de elixir marcaron el cuerpo de Eleonor con un deseo memorable. Cada roce encendió su piel y cada beso dejó una huella ardiente en ella. En ese momento, el tiempo se detuvo y solo existieron ellos dos, entregados por completo a la pasión y al amor que los envolvía. Cada roce era una caricia llena de ternura y pasión, cada beso era una promesa de entrega y complicidad.
Los sentimientos de Eleonor se mezclaban. La excitación y el deseo se entrelazaban con la conexión profunda que compartían, creando una experiencia única y trascendental. Quedarse dormidos juntos fue un deleite que superaba cualquier sensación de cansancio.
A la mañana siguiente, Eleonor se despertó sintiendo un leve movimiento en el catamarán. Al abrir sus ojos y asomarse por la ventana, descubrió que se encontraba en alta mar, navegando por la costa de Aruba. No podía creer dónde estaba. Parecía que aún estaba dormida y perdida en sus sueños.
De repente, escuchó que la puerta del camarote se abría lentamente. Al girarse, vio a Nikolái entrar con una sonrisa enigmática en su rostro, llevando en sus manos su delicioso latte de vainilla. El aroma tentador del café y la dulzura de la vainilla llenaron el aire. Eleonor tomó el latte entre sus manos temblorosas, agradecida por su gesto tan considerado. Cada sorbo era como un deleite para sus sentidos.
— "Buen día, mi querida Eleonor. ¿Cómo amaneciste?" — pregunto mientras me rodeaba por la cintura y me daba un apasionado beso de buenos días.
— "Amanecí extasiada de caricias. Con ganas de retroceder en el tiempo y volver a estar entre tus brazos" — respondí mirándolo fijamente a los ojos.
— "No puedes imaginar las ganas que tengo de hacerte el amor de nuevo, Eleonor. Eres una mujer asombrosa. Considero que soy un hombre difícil de impresionar, pero tú eres real y diferente a cualquier otra mujer" — afirmo mientras acariciaba suavemente mi mejilla.
— "Aprecio tu sinceridad. Voy a darme un baño y después, ¿Qué te parece si desayunamos juntos?" — respondí con una mezcla de emoción y anticipación.
— "Perfecto, te espero en el comedor de popa" — contesto mientras salía de la habitación.
...Salí del camarote y me dirigí al comedor de popa, donde el desayuno ya estaba servido. Nikolái estaba sentado frente a la mesa, hablando por teléfono. Supuse que era alguien de su familia, aunque no estaba segura. Mientras me sentaba para comenzar a comer, él se levantó y fue hacia el otro extremo del comedor para tener privacidad en su conversación. En ese momento, me di cuenta de que no entendía absolutamente nada de lo que estaba diciendo, ya que todo era en ruso. Me pregunté ¿Cómo iba a estar al tanto de lo que sucedía si no entendía el idioma? Sin dejarme llevar por especulaciones en mi cabeza, simplemente me dispuse a disfrutar de mi desayuno, el mar y la comida. Terminando de desayunar, Nikolái se volvió a sentar en la mesa para terminar su comida. "Perdona por haberme levantado así de la mesa, pero siento que no puedo dejar salir mi dialecto ruso contigo presente. Aún no me acostumbro", dijo Nikolái mientras tomaba su taza de café...
— "Entiendo, no te preocupes por eso", le respondí en tono sarcástico. "De todas formas, ya sea que estés sentado en la mesa o lejos, igual no puedo descifrar lo que estás diciendo" — añadí con una pizca de ironía en mi voz.
Ambos nos miramos por un instante y una sonrisa cómplice se formó en nuestros rostros.
...El capitán Dimitri se acercó hacia nosotros y nos informó que habían anclado cerca de la playa Malmok Beach. Nos dijo que podíamos pasar parte de la mañana y la mitad del día allí, almorzar y luego nos llevarían de regreso a la marina. Me pareció una idea perfecta y asentí con la cabeza emocionada. Una vez en la playa, nos lanzamos al agua con entusiasmo, nadando hasta la orilla y viceversa. Decidimos competir para ver quién era el más rápido, y parecíamos dos niños divirtiéndonos sin preocupaciones ni prejuicios. Al regresar al catamarán, nos quedamos bajo la sombra de las velas del barco. Fue entonces cuando Nikolái me sorprendió con una pregunta inesperada: "¿Cuál es tu piedra preciosa preferida?"...
— "Pues, si hablamos de piedras preciosas, no estoy segura si la esmeralda es una de ellas, pero no puedo evitar sentir una atracción especial hacia ellas" —, respondí mientras nadaba a su alrededor.
— "¡Wow. No sabía que te gustaban tanto las esmeraldas. Son realmente hermosas!", exclamó Nikolái, con una mezcla de asombro y diversión en su voz. "Lo tendré en cuenta para futuras ocasiones" —, agregó mientras comenzábamos a lanzarnos agua del mar el uno al otro, riendo y disfrutando.
Eleonor y Nikolái subieron al catamarán y se dirigieron al comedor exterior, donde el almuerzo estaba a punto de ser servido. Se sentaron y disfrutaron de su comida en medio de una tranquilidad maravillosa, mientras apreciaban desde lejos la playa y las aguas de diferentes tonos azules. En ese momento, Dimitri, el capitán del catamarán, se acercó a ellos y dijo "Señor Ivanov, acabo de recibir una llamada. Su padre, Maxim, necesita el jet privado para mañana, lunes, a las 7:00 de la mañana. Debo llevarlo ahora mismo a la marina para que tengan tiempo de llegar y tomar el vuelo de regreso a Caracas y así el jet pueda partir hoy mismo hacia donde se encuentra el señor Maxim".
El asombro en el rostro de Nikolái fue evidente, y solo pudo decir "Sí, Dimitri, hazlo así. Llévanos y saldremos esta tarde hacia Caracas. Llama a Deniska para que nos envíen nuestras cosas al aeropuerto y se encarguen de llevar mi auto a la villa". El capitán respondió: "No se preocupe, todo está arreglado". Con el cambio repentino de planes, Eleonor y Nikolái no tuvieron otra opción más que sentarse en la proa del catamarán, abrazados, y disfrutar del trayecto hacia la marina. Sus planes originales eran partir hacia Caracas por la noche, pero ahora debían adelantarse a lo acordado.
Como el vuelo duraba aproximadamente cuatro horas, Eleonor y Nikolái tuvieron tiempo para descansar y medio dormir. Al llegar al aeropuerto, sus pertenencias ya estaban allí, solo esperaron a que les pusieran los sellos en los pasaportes para poder despegar. Aunque seguían algo asombrados, no había mucho más que hacer en ese momento. El vuelo de regreso transcurrió tranquilo y Eleonor y Nikolái pudieron dormir lo suficiente como para no sentirse agotados durante la semana. Fueron recibidos por el chofer de Nikolái en La Carlota. Llegaron un poco tarde y decidieron que Nikolái se quedaría en el departamento de Eleonor.
Estaban cansados, así que se dieron una ducha rápida, ya que ni siquiera tuvieron tiempo de bañarse adecuadamente en el catamarán. Pidieron algo de comida para cenar y se acostaron para dormir un poco más y descansar. A la mañana siguiente, antes de que amaneciera, Nikolái se fue a su hotel y Eleonor se tomó su tiempo para arreglarse y dirigirse a la oficina. Aún estaban trabajando en la construcción del complejo empresarial del padre de Nikolái y les quedaban solo 5 meses para entregar el proyecto. La gran incógnita de Eleonor era cómo sería su nueva rutina ahora que ella y Nikolái tenían algo más que una amistad. Aunque él no había hablado de una relación formal entre ellos, ella asumía que era algo en lo que podían trabajar y seguir juntos.
La tensión comenzaba a surgir en la mente de Eleonor mientras se dirigía a la oficina. ¿Cómo manejarían la dinámica entre ellos? ¿Sería capaz de equilibrar su vida profesional y personal de manera adecuada? Eran preguntas que solo el tiempo podría responder.
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Mi aventura con el ingles
RomantizmEn esta cautivadora novela, Eleonor Field es una mujer decidida y valiente que lucha por hacer realidad sus sueños. En su apasionante trabajo, Eleonor conoce a Nikolái Ivanov, el hijo de un magnate de la construcción ruso que despierta su corazón y...