Capítulo XXI Mal humor

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M A S S I M O

En lugar de ir a la mansión, prefiero ir al pent-house. No quiero ver ni hablar con nadie. Todo es un desastre en estos momentos.

Ella debió decirme que era lo que estaba a pasando, pero no, prefirió mentirme y eso es lo que me tiene jodido. Siempre supuse que ella jamás haría algo como lo que hizo, siempre la vi frágil y sensible, semejante golpe de realidad me acabo de dar.

Después de manejar por un largo rato detengo el auto en uno de los establecimientos de pizza rápida que hay en la ciudad, desde que la probé esta tarde no paro de querer comerla. Entro al establecimiento para hacer mi pedido.

— Señor, estamos apunto de cerrar — uno de los empleados me dice.

Ignoro por completo sus palabras y me voy directo a la caja.

— Tres pizzas grandes, de esas que traen piña — saco un fajo de billetes de una de las bolsas de mi pantalón y lo pongo sobre el mostrador.

La chica que está frente a mí mira sorprendida la cantidad de billetes — Esto es mucho dinero — dice sin dejar de ver el dinero.

Tal vez sea más de lo que ganaría en un par de años.

— Lo sé, necesito mis pizzas ahora.

La chica asiente nerviosamente y después se va hacia lo que supongo es la cocina.

Espero alrededor de 15 minutos antes de que ella salga con las tres cajas — Aquí esta su pedido señor — me da las cajas.

— Gracias.

Salgo del lugar y apenas subo al auto abro una de las cajas para tomar una rebanada y comenzar a comer. Llego a mi edificio con una pizza menos.

Al entrar a mi cueva me dejo caer en el sofá para seguir disfrutando del manjar que he descubierto esta tarde.  Enciendo el televisor en busca de algo que me entretenga, cambio los canales aleatoriamente una y otra vez sin tener éxito.  Desisto y termino por apagar el televisor.

Una sensación de incomodidad comienza a surgir en mi pecho, mi corazón late con fuerza y hay una pequeña voz en mi subconsciente de me dice que tengo que ir a buscarla.

— No puedes ser tan débil Massimo — me digo cuando estoy apunto de llamarla. — Tú eres quien tiene que tener el control.

Apago el  celular o mejor dicho, lo que queda de el, para evitar tener la tentación de llamarla. Continuo comiendo hasta que la pizza llega a su final y cuando dejo las cajas en la basura me voy a mi cuarto secreto. Necesito alejarme de la realidad por un momento.

Nadie sabe de la existencia de este pequeño espacio, solo yo. Aquí es donde puedo desconectar del mundo y vivir únicamente para mí. Veo el instrumento musical de madera que esta perfectamente resguardado en una vitrina, lo saco con extremo cuidado ya que fue el último regalo de cumpleaños que mi papá me dio y no quiero que por ningún motivo se estropee.

El tenia la creencia de que éramos descendientes de Niccoló Paganini, el violinista del diablo, por ese motivo aprendí a tocar el violín desde los cinco años, a mis padres les gustaba verme y  oír tocar por las noches antes de ir a dormir.

PROPIEDAD DEL DIABLO LIBRO #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora