Niña mala 3

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                                                                                       Niña mala 3


Ana lloraba desconsolada, con su amiga la estrecha, repitiéndole que ella ya vio que era un pieza, y que solo iba a lo que todos. Pero Ana no le respondía que ese era su plan.

El de la tienda le explicó que cogí seis latas y tiré en dirección contraria a la casa. Mi Prima la consolaba bastante chisposa, apartando al chulito de pueblo que se la quería llevar a alguna habitación e ignorando a la estrecha, por no darle una torta.

Pero María era muy lista, y supo porque me había ido. Sonreía pensando en mí, y mi detalle con la joven Ana. Y alguien vino con más cervezas y vino, que les hicieron animarse otra vez, y al rato bailaban otra vez con algún chico, pero la mayoría se hacían porros en el sofá mirándolas y deseándolas. Pero habían tenido una oportunidad y no habían dado la talla.

Yo miraba una serie en la Tablet, y mi tita seguía con sus miradas aguantando a los demás y llevándolos a sus camas. Quería saber si follaba igual que hacia las pajas, y llevándose a mi tío, me grito:

-¡Nos vamos a la cama! ¡Apaga las luces cuando volváis! ¡Y no corras con la moto!- y le dije que sí, guiñándole un ojo.

Llego la hora de ir a por mi prima, y le escribí diciéndole que se asegurara de que no estuviera Ana, o me daría la vuelta y diría que se había roto la moto. Lo leyó, refunfuño, y me puso un escueto "Ok".

Al llegar, el chico se fue al ver mi cara de pocas bromas sin decirle ni buenas noches. El pobre iba haciendo zigzag de la cuba que llevaba. Pero mi primita no iba mucho mejor, soltó una risita al ver como huía de mí, y se levantó como una muñeca bamboleándose hasta mí, sonriéndome y ofreciéndome un abrazo. Me abrazó dejando su peso en mí, y casi me tira de la moto, pero sus pechos chafados en el mío le libraron de una bronca. Y le dije resoplando:

-Madre mía Bea, como vas. Espabílate un poco, que si no te vas a caer en marcha.- le dije separándole la cabeza y frotándole la cara. Pero ella seguía pegada a mí, achuchándome con los brazos para quitarse el fresco que había cogido esperándome.

La separé, me quité la camiseta y le dije, viendo como abría los ojos al verme:

-Toma, póntela que algo te calentara. Agárrate fuerte, y si quieres vomitar dame unos golpes. Iré despacio, y con el viento espabilaras.- y ella asentía bamboleándose y poniéndose la camiseta.

Y tanto que espabiló con el aire. En cuanto salimos del pueblo, me empezó a dar besos en el cuello, diciendome:

-¡Ay mi primito! ¡con lo que yo te quiero!, no sé porque nos llevamos tan mal.- me decía sobándome descarada el pecho y besándome muy cariñosa.

Pero vio que no le hacía ni caso, no follo con borrachas, te pueden vomitar en el peor momento, o pasárseles el calentón de golpe. Y eso la calentó más, preguntándome al poner una mano muy ansiosa en mi polla y dando con ella enseguida:

-¿Qué decías, de ponerme contra la moto? Para, y me lo explicas, es para darte las gracias ¡Jijiji!.- me pedía frotando mi polla y mi pecho con su boca en mi cuello, muy cachonda, riendo como lo borracha que iba.

-Mañana si quieres te lo explico, no follo con borrachas.- le dije dejando que me calentara. Me venía bien para despertar a su madre, pensaba aguantando la risa.

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