Resumen: Satoru esta feliz de no ser el blanco de las molestias de Sukuna, Choso y su deseo de hablar con su enamorada no lograrán cambiar eso.
—Podría destruir las llantas de su vehículo a ver si le quedan ánimos de seguir molestando.Satoru metió su patita derecha en el agua aposada del fregadero buscando atrapar una de las fresas que flotaban en la superficie.
—Le harías un favor. —Escuchó a Megumi murmurar mientras batallaba con el líquido frío que le impedía alcanzar su objetivo. —Todo–San mataría por una excusa para caminar hasta el gimnasio en las mañanas.
Megumi empujó con sus dedos la fruta dejándola a su alcance, aprovecho la oportunidad para llevarse una al hocico y saltar lejos de la encimera para degustarla en tranquilidad.
—Deja de darle la fruta al gato ese. —Sukuna se quejó.
—La compramos para ellos, no veo porque haría diferencia entre ahora y más tarde.
Sukuna se levantó de su lugar junto al refrigerador, Satoru observó sus movimientos por el rabillo del ojo desde su posición en la entrada de la cocina, mientras continuaba degustando la fresa que había agarrado. —No voy a cancelar la construcción solo porque ese idiota musculoso no tiene amigos con los que compartir un domingo por la tarde.
—Es nuestro vecino. —Satoru abandonó la cocina cansado de la conversación entre los humanos, le parecía una estupidez y aunque nunca lo admitiría, estaba completamente de parte del idiota de Sukuna, era su casa y no había motivos para darle gusto a otro humano tonto.
El camino de madera del jardín se encontraba siendo bañado por el sol, debido a esto la superficie ardiente lo obligo a retirarse cuando sintió sus patitas quemarse bajo el fuego abrazador que la envolvía.
Cambio su dirección prefiriendo esconderse entre los cojines del sofá, donde sabía podría dormitar sin ser molestado por alguno de los humanos en la casa. Al menos mientras estos se encontrarán entretenidos con la organización de la cocina y prosiguieran a ocuparse del cuarto de lavado.
Era un día tranquilo. Su semana lo había sido en realidad. Iniciando con el silencio total de sus días en el momento en que se le prohibió a Choso acercarse a la puerta de entrada durante las mañanas, como resultado el perro no tenía oportunidad de ladrar y despertar a Satoru de su siesta matutina.
Fue mágico, lo hacía sentir en control de la casa otra vez y no había nada que lo pudiera hacer cambiar de opinión. En lo que a Satoru respectaba, Sukuna y Todo podían permanecer como enemigos el resto de sus vidas y si eso incluía mantener a Choso lejos de él, se encargaría de entender esa enemistad.
La vida empezaba a sonreírle.
Ahora podía disfrutar de su familia sin molestias alrededor. Acurrucarse entre los brazos de Yuji todas las mañanas sin escuchar a Choso ladrar en la sala; jugar en el jardín con Toge sin detenerse cuando Choso salía a corretear en la tierra; comer de su plato sin ser salpicado por la forma desordenada en el perro ingería sus alimentos.
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𝑬𝒍 𝒑𝒓𝒊𝒎𝒆𝒓 𝒂𝒎𝒐𝒓 𝒅𝒆 𝒖𝒏 𝒑𝒆𝒓𝒓𝒐 |CнoYυ; GoYυυ|
Fanfiction-Vamonos, Yuki. No te juntes con ese, te va a pegar sus pulgas. El can le dirigió una mirada apenada. -𝘓𝘰 𝘭𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘰, 𝘦́𝘭 𝘯𝘰 𝘤𝘳𝘦𝘦 𝘲𝘶𝘦 𝘵𝘦𝘯𝘨𝘢𝘴 𝘱𝘶𝘭𝘨𝘢𝘴 𝘥𝘦 𝘷𝘦𝘳𝘥𝘢𝘥, 𝘴𝘰𝘭𝘰 𝘩𝘢 𝘱𝘢𝘴𝘢𝘥𝘰 𝘶𝘯 𝘮𝘢𝘭 𝘥𝘪́𝘢. -Eso...