7. Visita a la mercería

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De nuevo, era el inicio de una nueva semana, lo que significaba más clases y temario que aprender.

Estaba sentada en lo que se convirtió mi nuevo sitio en la asignatura que comparto con Hailey. Pese a ello, mi plan no sirvió de mucho, ya que se encontraba sentada a escasos centímetros, en concreto, detrás de mí. Pero al menos ya no la tenía a mi lado, así que algo era algo. Aunque en la clase que tuvimos el viernes de la semana pasada se conformó con mandarme algún mensaje que yo ignoré e incluso también en lanzarme pequeños papeles como si de una niña se tratase.

Comencé a anotar el pequeño esquema que el profesor estaba haciendo mientras explicaba.

El sábado desperté con la voz de Odette quién prácticamente me gritó al oído, cosa que fue divertida, pero horrible a la vez, más que nada porque eran las nueve de la mañana. Parece ser que por la noche me quedé dormida mientras me contaba aquella historia del pájaro, pero ella también lo hizo, así que cuando se despertó vio que aún estábamos en la llamada y como no, decidió despertarme. Me dieron ganas de matarla, pero al menos me vino bien, ya que pude ducharme, recibir a mi mamá de su trabajo y terminar la tarea.

Espero tener, al menos, un nueve en esa tarea. Me lo ha trabajado mucho.

Hoy lunes iba a acompañar a Odette a la mercería, con el fin de saber que es lo que compra allí y qué hace con esos materiales. Supongo que ella luego vendrá a recogerme a casa o, al menos, eso me dijo el sábado antes de que yo le colgara el teléfono muy molesta mientras escuchaba su risa desde el otro lado de la línea. Cuando llegue a casa y termine de comer le hablaré para preguntarle a qué hora me recogerá.

Pegué un pequeño salto al darme cuenta que el profesor ya iba a borrar el esquema que realizó y yo ni siquiera le había podido copiar entero. Estaba perdida, ¿qué iba a hacer sin ello?

—Mia —escuché una conocida voz detrás de mí que se encargó de alargar la última sílaba de mi nombre—. ¿Quieres la foto del esquema?

—No quiero nada tuyo. —Me giré y vi a Hailey sonriendo.

—Venga, sé que necesitas ese esquema...

—¿Qué quieres ahora de mí? —susurré.

—Te sientas a mi lado y yo te envío la foto, ese es el trato.

—No hay trato, déjame en paz, Hailey.

Me di la vuelta de nuevo, esta vez mirando hacia la pizarra. Procure centrarme e intentar copiar lo más rápido posible todo lo que el profesor escribía.

No voy a dejar que está rubia me chantajee con sus jueguitos estúpidos.


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Agarré el móvil, dejando de tener la vista pegada a los apuntes de Análisis Contable para ver que la desconocida había respondido a mi mensaje donde le preguntaba a qué hora vendría a por mi.


Odette:

En una hora te paso a recoger, ¿te parece?

Mia:

Sí, perfecto.

Odette:

¿Dónde vives?

Sino no sabré dónde ir.

Mia:

El hilo que nos unióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora