La campana de la puerta sonó con un tintineo suave cuando Jungkook ingresó a la floristería, una tienda que desencajaba por completo con su aura de alfa dominante. Las paredes estaban decoradas con enredaderas y las estanterías llenas de macetas con flores de distintos tipos.
Su tío, un omega de mirada astuta y sonrisa cariñosa, lo esperaba detrás del mostrador.
—Es el momento de que aprendas lo que es la humildad, Jungkook —dijo, sus ojos brillaban con evidente burla—. Y qué mejor manera que haciéndote cargo de algo más frágil que tu ego.
Jungkook rugió, su orgullo pisoteado palpable en el aire.
—Esto es ridículo —reprochó—. ¿Cómo diablos piensas que voy a manejar una floristería? Este no es un lugar para un alfa, y mucho menos para el líder de la manada más prestigiosa de Seúl.
—Justamente por eso —interrumpió su tío, su voz era firme, pero no quitaba el tono—. Has cruzado los límites una vez más, casi provocas una guerra con la manada del norte. Ya es tiempo de que entiendas que hay más allá de la fuerza y la agresión.
Desde la entrada, el líder Jeon observaba la escena con una sonrisa burlona. Sabía lo testarudo que era su hijo, pero también sabía que su hijo merecía el castigo. Jungkook siempre había conseguido lo que quería, pero el respeto por su familia iba más allá de su arrogancia; él no se atrevía a cruzar ese límite.
—Recuerda esto, Jungkook —habló su tío—. No todos los omegas son débiles, y no todos los alfas invencibles. Omegas, alfas y betas, todos somos iguales, y espero lo entiendas cuando llegue el indicado.
Jungkook soltó un suspiro contenido, tragándose por completo las palabras de protesta. Miró a su tío alejarse junto a su padre. Este último se giró hacia su hijo, levantando su mano en lo que parecía ser una señal de buena suerte, pero tenía todo el aire de una burla. Su boca se torció en una sonrisa arrogante, como si disfrutara del castigo inusual que había caído sobre su hijo.
El sonido de la campana de la puerta marcó la partida de los dos individuos, dejando a Jungkook completamente solo, con una gran responsabilidad. La floristería, con su belleza y su dulce fragancia, era un lugar aparte de la fuerza y el poder que él representaba. Ahora, rodeado de tantas flores, debía enfrentarse a tanta delicadeza.
La ironía de la situación no se escapaba. Él, un alfa que había nacido y vivido para la dominación, ahora tenía que someterse al delicado arte de la floricultura.
Recorriendo los alrededores de la floristería, Jungkook se sentía por primera vez fuera de lugar. El delantal rosa que debía llevar puesto era un grave insulto para su naturaleza alfa; con una mueca de asco, arrojó la tela al otro lado del mostrador. No pertenecía a ese mundo de colores pasteles y olores frágiles.
En medio de sus batallas internas, su mirada se desvió al otro lado de la calle, a través del cristal de la puerta. La tienda de enfrente, con su respectivo cartel neón parpadeante, anunciaba "Tatuajes". Era un lugar que prometía dolor y arte; un lugar donde cada marca en la piel contaba una historia de vida, de lucha, de supervivencia. Jungkook no pudo evitar sonreír. Esa era una tienda que combinaba a la perfección con su espíritu, un lugar donde un alfa como él podría dejar una marca permanente.
Jungkook se quedó completamente fascinado por esa tienda de tatuajes; sentía una fuerte conexión con aquel lugar que parecía llamarlo. Y antes de que pudiese siquiera dar un paso hacia la puerta, un suave y dulce aroma a vainilla y chocolate se mezclaron con las flores, capturando la atención de Jungkook y logrando que desviara su mirada de la tienda de tatuajes hacia la figura que emergía de ella. Un pequeño omega, con aires de confianza que desmentía su estatura, colocaba el cartel de "abierto" con una cualidad que parecía no encajar con ese entorno de agujas y tinta.
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Floristeria De Tatuajes [KM]
WerewolfJungkook, un alfa y líder de la manada mas influyente, se ve obligado a cuidar la floristería de su tío omega, un lugar que desafía su imagen ruda. Frente a él, Jimin, un omega que dirige una tienda de tatuajes, sueña con la floristería. A pesar de...