Espesial de Gabriel Y Cristian

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Cristian y Gabriel habían decidido pasar una tarde juntos en el salón de videojuegos de la ciudad. Era uno de sus lugares favoritos, lleno de luces brillantes, sonidos de máquinas y la emoción de los juegos. Caminando por el lugar, ambos estaban emocionados por la variedad de opciones que tenían para disfrutar.

“¿Qué te parece si comenzamos con una partida de Mario Kart?” preguntó Cristian, señalando las máquinas de carreras.

“¡Perfecto! Pero no te quejes cuando te gane,” respondió Gabriel con una sonrisa desafiante.

Se sentaron en las sillas de las máquinas y comenzaron a jugar, riendo y compitiendo ferozmente en cada carrera. Después de varias partidas, y con Gabriel ganando la mayoría, decidieron probar suerte en otros juegos. Jugaron un par de partidas de air hockey, dispararon a los alienígenas en un juego de disparos y compitieron en la danza frenética de Dance Dance Revolution, donde ambos terminaron riendo y agotados.

Mientras caminaban por el salón, Gabriel vio una máquina de garra que tenía un enorme peluche de oso panda. Sabía que a Cristian le encantaban los pandas, así que decidió intentar ganarlo para él.

“Espera aquí un segundo,” le dijo a Cristian, acercándose a la máquina.

Cristian lo miró curioso mientras Gabriel insertaba unas monedas y comenzaba a manejar la garra. Observó con atención cómo Gabriel maniobraba con precisión, tratando de atrapar el peluche. Después de un par de intentos fallidos, Gabriel finalmente logró enganchar al panda con la garra y lo levantó cuidadosamente. La máquina dejó caer el peluche en la caja de premios y Gabriel lo sacó triunfante.

“¡Lo lograste!” exclamó Cristian, sorprendido y emocionado.

Gabriel, con una sonrisa de satisfacción, le entregó el enorme panda a Cristian. “Este es para ti. Sé cuánto te gustan los pandas.”

Cristian tomó el peluche con los ojos brillantes y una sonrisa enorme. “¡Gracias, Gabriel! Es el mejor regalo que me han dado. Eres increíble.”

Gabriel se acercó y lo abrazó, feliz de ver a Cristian tan contento. “Me alegra que te guste. Quería que tuvieras algo especial para recordar este día.”

Con el peluche panda en sus brazos, Cristian y Gabriel se dirigieron a una pequeña cafetería dentro del salón de videojuegos para tomar un descanso. Se sentaron en una mesa con sus bebidas, conversando y disfrutando de la compañía mutua.

“Hoy ha sido uno de los mejores días,” dijo Cristian, mirando a Gabriel con cariño. “Gracias por hacerlo tan especial.”

“Para mí también ha sido increíble,” respondió Gabriel, tomando la mano de Cristian. “Y cualquier día contigo es especial.”

Mientras el día llegaba a su fin, salieron del salón de videojuegos con una sensación de felicidad y conexión más profunda. Cristian, abrazando su peluche panda, sabía que tenía a alguien muy especial a su lado. Gabriel, viendo la alegría en el rostro de Cristian, se sintió agradecido por el amor que compartían.

Así, caminando juntos hacia casa, con el cielo teñido de los colores del atardecer, Cristian y Gabriel sabían que su amor solo se haría más fuerte con cada día que pasara, creando recuerdos y momentos inolvidables como el que acababan de vivir.
Después de su emocionante día en el salón de videojuegos, Cristian y Gabriel decidieron pasar el final de la tarde en un parque cercano. Querían disfrutar del aire libre y seguir creando recuerdos juntos. Con el enorme peluche panda en manos de Cristian, caminaron hacia el parque mientras el sol comenzaba a ponerse, pintando el cielo con tonos naranjas y rosados.

El parque estaba tranquilo, con solo unas pocas personas paseando o sentadas en los bancos. Cristian y Gabriel encontraron un rincón agradable cerca de un pequeño estanque, donde se sentaron en el césped, apoyados en el tronco de un gran árbol.

“Este lugar es hermoso,” comentó Cristian, mirando el reflejo del atardecer en el agua del estanque. “Y aún más con este panda,” agregó con una sonrisa, abrazando el peluche.

“Sí, lo es,” respondió Gabriel, observando a Cristian con ternura. “Quería que termináramos este día de la mejor manera posible.”

Se quedaron en silencio por un momento, simplemente disfrutando de la calma y de la presencia del otro. Cristian se recostó contra el pecho de Gabriel, sintiéndose completamente en paz.

“¿Sabes, Gabriel? A veces me cuesta creer lo afortunado que soy de tenerte a mi lado,” dijo Cristian suavemente.

Gabriel sonrió y le dio un beso en la frente. “Yo también me siento afortunado, Cristian. Eres la mejor parte de mi vida.”

Mientras el sol se ocultaba y las primeras estrellas comenzaban a aparecer, Cristian levantó la vista y vio la expresión amorosa en el rostro de Gabriel. Se acercó y le dio un beso suave en los labios, sintiendo una calidez y un amor profundos.

“Gracias por este día,” dijo Cristian cuando se separaron. “Y por el panda. Nunca olvidaré esto.”

“Ni yo,” respondió Gabriel, sosteniendo la mano de Cristian. “Hagamos una promesa, ¿de acuerdo? Sin importar lo que pase, siempre encontraremos tiempo para estar juntos y crear momentos como este.”

“Prometido,” dijo Cristian con una sonrisa.

Se quedaron abrazados, observando cómo las estrellas se multiplicaban en el cielo oscuro. El parque se llenaba de una tranquilidad mágica, y el sonido suave del viento entre las hojas de los árboles era la banda sonora perfecta para su momento.

Finalmente, cuando la noche se hizo más profunda, Cristian y Gabriel decidieron que era hora de irse. Se levantaron, y con el peluche panda en los brazos de Cristian, comenzaron a caminar hacia la salida del parque, tomados de la mano.

“Este es solo el comienzo de muchas aventuras juntos,” dijo Gabriel mientras caminaban.

“Lo sé,” respondió Cristian. “Y no puedo esperar a vivirlas contigo.”

Con el parque detrás de ellos y un futuro brillante por delante, Cristian y Gabriel se dirigieron hacia casa, sintiendo que, sin importar los desafíos que pudieran enfrentar, siempre tendrían el amor y el apoyo del otro. Y así, con el corazón lleno de esperanza y felicidad, cerraron un día perfecto que quedaría grabado para siempre en sus corazones.

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