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Estaba en la casa de sus suegros, ansioso por ver a Jos, el padre de su querido esposo Max. Había una pregunta en su mente que no podía sacudirse, pero necesitaba que estuvieran a solas para poder planteársela.

—Entonces - dijo el omega mayor, con una mirada inquisitiva - ¿qué es lo que te tiene tan inquieto?

—Sabe que estoy en el tercer trimestre de mi embarazo y tengo una pregunta que quisiera hacerle.

—Sergio, querido, puedes preguntar lo que desees - dijo mientras le tomaba suavemente la mano - Adelante, dilo.

—Bueno, es que desde hace un par de días mis pechos han comenzado a gotear y no sé qué hacer. Me preguntaba si podría decirme qué hacer - preguntó, sonrojándose y evitando la mirada de Jos.

No pudo evitar sonrojarse al escuchar la risa del otro, una risa que resonaba en el aire como un eco juguetón. La calidez de su mirada hizo que su corazón latiera más rápido, y se sintió aún más avergonzado por la situación.

—Pero, por favor, no se ría, eso solo me da más pena —dijo, sintiendo que su rostro se encendía aún más.

—Oh, Checo - habló Jos, dejando de reír - no te preocupes, es algo normal. Todos pasamos por lo mismo durante el embarazo, así que no hay razón para sentirte avergonzado.

—Lo sé, solo que no sabía a quién preguntarle y, la verdad, no me gusta confiar en lo que encuentro en internet - admitió, sintiendo un alivio al compartir sus inquietudes con alguien de confianza.

—Bueno, respondiendo a tu pregunta - dijo Jos con una sonrisa comprensiva - puedes utilizar un extractor. Eso te ayudará a aliviar el dolor y sentirte más cómodo en esos momentos difíciles.

—¿Un extractor? - preguntó, con curiosidad iluminando su rostro - Nunca se me había ocurrido. ¿Usted utilizó uno en sus embarazos? Me gustaría saber cómo le funcionó.

—Sí - dijo Jos, con una sonrisa de orgullo -  fue realmente muy bueno, a decir verdad. Me ayudó mucho a sentirme más aliviado durante esos momentos complicados.

—Wow, ¿y de qué marca era? - preguntó, intrigado - ¿dolía mucho usarlo?

—Una excelente marca - dijo Jos, mordiendo su labio con entusiasmo - y no dolía. Al principio sentías un poco de incomodidad, pero después era estupendo. Definitivamente valía la pena.

—Vaya, ¿y qué marca era? - preguntó, con los ojos abiertos de curiosidad - me encantaría saber cuál fue la que te funcionó tan bien.

—Oh, querido - respondió Jos con una risa - era la marca Michael Schumacher. Me extraía toda la leche tan bien que, de hecho, me embaracé una vez más solo por eso. Michael me hacía ver las estrellas.

Checo, al darse cuenta de que Jos se refería a su otro suegro, Michael, sintió una oleada de calor en su rostro. Se sonrojó profundamente, abrumado por la mezcla de emociones que lo invadían ese día. Era como si el corazón le latiera a mil por hora, y pensó que realmente podría morir de tantas sensaciones intensas.

—No te avergüences - dijo, restándole importancia con una sonrisa traviesa - inténtalo con Max; así ambos sentirán placer. Tú no sentirás el dolor de tener los pechos llenos y él podrá beber a gusto.

(...)

Checo se encontraba en su hogar, reflexionando sobre la plática que había tenido con su suegro. Mentiría si dijera que no lo dejó pensando en lo que le había dicho. ¿Dejar que Max tomara de sus pechos? Sonaba extraño, pero había algo en esa idea que lo emocionaba. El simple hecho de imaginar a su esposo pegado a su pecho le provocaba excitación.

BorstenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora